Todo el mundo ha tenido algún momento en el que casi se muere de aburrimiento, utilizando esa famosa expresión que exagera algo que no nos es ajeno, como es la sensación de desmotivación causada por a veces una razón, otras varias. Como fuere, lo que está claro es que el aburrimiento tiene una explicación social y hasta científica. Mayores y niños se aburren continuamente, pero es cierto que este último colectivo adolece normalmente de ese tipo de comportamientos que son más naturales de lo que puede parecer, porque nadie elige aburrirse.
De esta forma, conviene bien saber qué hacer ante un niño que se sienta aburrido, y además esté demostrándolo continuamente. Porque no hay nada más visible que el aburrimiento del pequeño de la casa, que lo hace palpable con todo tipo de signos, como pueden ser chillidos, aspavientos, o simplemente una cara de tres metros que no sabe ni qué hacer con ella. Los expertos siempre andan detrás de los motivos que llevan a los niños a dejar de estar entretenidos, y por supuesto se busca en su remedio lo antes posible.
La clave del aburrimiento
Gema Fuentes, psicóloga de los Centros Crece Bien, que cuenta con importantes avances en materia de enseñanza y el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y Aprendizaje, subraya para la revista Hola que «debemos normalizar el aburrimiento en la infancia y aprender a gestionar el propio como adultos».
Comenta la experta que los niños no están acostumbrados a resolver dicha problemática, de forma que actúan de forma revolucionaria cuando el aburrimiento llama a sus puertas. La clave, para Fuentes, está en «entender poco a poco ese aburrimiento y trabajarlo como una emoción más que debemos aceptar y afrontar de forma constructiva, demostrándole al niño que tiene sus beneficios”.
¿Cómo gestionar el aburrimiento de los niños?
Hay 3 claves fundamentales a la hora de ver el aburrimiento como algo casi positivo, como una especie de oportunidad para divertirse. Consejos que nos ayudan a que se traduzca en una actividad lúdica, creativa y del conocimiento:
- Debemos buscar siempre diferentes actividades para los más pequeños, con los que logrará siempre mantener una atención proactiva por lo que hace
- Una buena idea puede ser crear un mural de ideas originales con las que poder ver qué actividades apetece hacer
- Luego encontramos la libertad en el juego, esto es, el equilibrio de muchas patas de la mesa emocional del niño. Por lo que hay que fomentar siempre que el niño tenga la predisposición de desarrollarse de forma autónoma
Si sabemos asimilar bien estas 3 claves, y sobre todo ponerlas en práctica en el entorno de la familia, habremos superado multitud de problemas que se traducirán en una mejor convivencia, y sobre todo en la mejor comprensión de los más pequeños, que es lo que al final importa.