Si hablamos de testamento, lo primero que se nos viene a la cabeza, es el documento en el que se deja escrita la voluntad de una persona sobre el futuro de sus bienes tras su fallecimiento. No es una definición desencaminada, ya que este acto, es la forma de dejar constancia de lo que queremos que ocurra con nuestra herencia en el futuro.
Sin embargo, existe otro tipo de testamento con el que no debemos confundirlo. Nos referimos al testamento vital. La mayor diferencia entre ambos, es el fin con el que se realiza cada documento. Pues aunque partan de una misma palabra, el contenido y objetivo de cada uno es diferente. Por tanto, son totalmente compatibles.
El testamento vital es un documento mediante el cual una persona puede dejar constancia sobre los cuidados o destino de su cuerpo para antes y después de fallecer. Es decir, por una parte puede exponer su voluntad acerca de si quiere o no someterse a ciertos tratamientos una vez perdida su capacidad para expresase personalmente. Por otra parte, puede decidir sobre destino de su cuerpo o de sus órganos una vez haya fallecido.
Por tanto, un testamento vital recoge la voluntad de la persona sobre el futuro de su cuerpo y el cuidado de este. Esto significa, que en él no se expone nada acerca de los bienes, derechos u obligaciones de la persona, ya que este es otro tipo de acto que también conocemos por testamento.
El objetivo del testamento vital
El testamento vital recoge la voluntad de la persona acerca de los cuidados que quiere recibir cuando ya no tenga capacidad para poder expresarse, así como el destino que quiere que tenga su cuerpo tras fallecer. Esto significa, que una persona puede decidir recibir tratamientos paliativos o no hacerlo, así como la petición de ayuda para morir mediante eutanasia si su enfermedad no tuviese vías de mejorar. Estas son decisiones que la persona debe meditar, pero que pueden ser de gran ayuda tanto para evitar su sufrimiento, como el de la gente más allegada.
Del mismo modo, una persona puede decidir mediante este documento el destino de su cuerpo una vez fallezca. Esto significa, que puede dejar escrito que sus órganos sanos sean donados para personas a las que puedan ser necesarias, así como dejar su cuerpo para la práctica de futuros sanitarios o dejarlo para que puedan trabajar en investigaciones científicas. De este modo, una persona consciente y en vida, puede facilitar este trámite y decisión a la familia.
Para que un testamento vital sea válido, debe estar por escrito y haberse formalizado mediante alguno de los tres procedimientos previstos:
- Ante notario.
- Ante personal al servicio de la Administración designado por la Consejería de Sanidad.
- Ante tres testigos mayores de edad y con plena capacidad de obrar, de los cuales dos, como mínimo, no deberán tener relación de parentesco hasta el segundo grado ni estar vinculados por relación patrimonial u otro vínculo obligacional con el otorgante.
¿Qué debe recoger este documento?
Hay dos apartados fundamentales que el testamento vital debe recoger. Pues es la información básica para que este tipo de documentos tenga utilidad. No obstante, partiendo de esta base puede ampliarse de la manera que el testador lo considere. Estos puntos básicos son:
- Cuidados ante enfermedad. En este apartado se deben recoger los límites de la persona ante tratamientos médicos en situaciones clínicas con un pronóstico irreversible y cuyo destino previsiblemente fuese la muerte en un corto periodo de tiempo.
- Destino del cuerpo tras fallecer. Es decir, si quiere donarse los órganos u otras partes del cuerpo a la ciencia.