Jesús Martín Blanco, director general de Discapacidad del Ministerio de Derechos Sociales, se ha marcado un nuevo objetivo. En este sentido, quiere llevar a cabo la materialización de la declaración de las lenguas de signos española y catalana, y sus expresiones culturales, «como bienes de patrimonio cultural inmaterial».
De esta forma, según ha avanzado, las lenguas de signos española y catalana serán «objeto de salvaguarda, garantizando su adecuada difusión, transmisión, documentación, investigación, preservación, valorización y revitalización».
Así lo ha indicado Martín Blanco durante la presentación del II Informe sobre la situación de la lengua de signos española, a cargo del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española (CNLSE), que ha tenido lugar con motivo del Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas.
Por otro lado, ha anunciado que ya tienen listo el borrador del reglamento de la ley 27/2007 por la que se reconocen las lenguas de signos y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas.
«Hoy quiero anunciaros que ya tenemos un borrador del reglamento de la ley 27/2007, un reglamento que hemos teñido del discurso de derechos humanos y libertades fundamentales, tal y como nos mandata nuestra Constitución y la convención de la discapacidad, y he pedido que sea garantista, que sea útil para el ejercicio de los derechos de las personas sordas y sordociegas», ha indicado Martín Blanco.
La riqueza de las lenguas de signos
El director general de Discapacidad del Gobierno ha apoyado a todas las personas sordas y sordociegas. «En este ministerio (de Derechos Sociales y Agenda 2030) la diversidad, en todas sus manifestaciones, se celebra, no se castiga».
«Nuestro país atesora una riqueza de lenguas entre las que también están las lenguas de signos, esto debe ser motivo de orgullo patrio, porque las lenguas configuran la identidad del Estado español», ha defendido.
Por ello, Martín Blanco considera que días como este contribuyen a promover la difusión de estas lenguas «largamente oprimidas y largamente minorizadas», lenguas que, a su juicio, son «la mejor herramienta para construir igualdad».
Asimismo, cree que es una buena ocasión para «llamar la atención» al conjunto de la sociedad y apartar los «estereotipos» que «siguen siendo los muros de contención» para la inclusión de las personas con discapacidad, en este caso, de las personas sordas y sordociegas.