Cada 21 de junio se conmemora el Día Mundial de la lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica, conocida popularmente como ELA. Los expertos aseguran que esta enfermedad del sistema nervioso central, caracterizada por una degeneración progresiva de las neuronas motoras en la corteza cerebral (neuronas motoras superiores), tronco del encéfalo y médula espinal (neuronas motoras inferiores).
La ELA también es conocida como enfermedad de Lou Gehrig, es un trastorno que provoca una debilidad muscular que puede progresar hasta la parálisis, afectando distintas partes del cuerpo. Esta enfermedad amenaza la capacidad de movimiento autónomo, la comunicación oral, la capacidad de tragar y la respiración, aunque los sentidos, el intelecto y los músculos de los ojos se mantienen intactos. Con el tiempo, los pacientes necesitan cada vez más ayuda para realizar las actividades diarias y se vuelven más dependientes.
‘Esclerosis lateral’ y Amitrófica»
La denominación de esta enfermedad, que fue descrita por primera vez en 1869 por el médico francés Jean Martin Charcot (1825-1893), proporciona información sobre sus características principales:
- Esclerosis lateral: hace referencia a la pérdida de fibras nerviosas acompañada de una «esclerosis» o cicatrización de tejido glial en la región lateral de la médula espinal. Esta región alberga fibras o axones nerviosos que son responsables del control de los movimientos voluntarios.
- Amiotrófica: indica la atrofia muscular que se produce debido a la falta de nutrición muscular, causada por la ausencia de señales nerviosas. Esta atrofia se produce como consecuencia de la inactividad crónica de los músculos.
Esta enfermedad afecta principalmente a personas de entre 40 y 70 años, siendo más frecuente en hombres y con mayor incidencia entre los 60 y 69 años. Se estima que cada año se producen alrededor de 3 casos por cada 100.000 habitantes.
¿Cuáles son los signos de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)?
Los expertos aseguran que los signos de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) pueden variar de una persona a otra y la progresión de la enfermedad puede seguir diferentes patrones. Algunos pacientes pueden experimentar tropiezos frecuentes en las esquinas de las alfombras, mientras que otros pueden tener dificultad para levantar objetos. El inicio de los síntomas dependerá de la gravedad y la ubicación de los cambios degenerativos en las neuronas motoras del tronco cerebral y la médula espinal.
Por lo general, los síntomas comunes de la ELA incluyen:
- Tropiezos
- Pérdida de agarre y caída de objetos
- Fatiga anormal en los brazos y/o piernas
- Cambios en el habla
- Calambres musculares
- Movimientos musculares anormales y/o episodios involuntarios de risa o llanto
Para describir los síntomas que se presentan a lo largo del curso de la enfermedad de manera más general, la ciencia ha identificado tres elementos claves. Uno es la debilidad muscular en uno o más de los siguientes: manos, brazos, piernas o músculos utilizados para hablar, tragar o respirar. La debilidad muscular es el síntoma más relevante de la ELA, ya que ocurre debido a la progresiva pérdida de las neuronas motoras, y se manifiesta cuando se ha perdido alrededor del 50% de estas células.
Por otro lado, vemos los movimientos musculares anormales y calambres musculares, especialmente en manos y pies, así como pérdida de reflejos. A esto hay que sumarle la dificultad para articular palabras y proyectar la voz. Un tercio de los pacientes presentan un inicio bulbar, que es una variante de la ELA en la cual los primeros síntomas son dificultades para hablar y tragar. En etapas más avanzadas, se pueden experimentar falta de aliento y dificultad para respirar y tragar. Dado que la ELA afecta únicamente a las neuronas motoras, los sentidos de la vista, el tacto, el oído, el gusto y el olfato no se ven afectados. Los esfínteres y la función sexual no se ven afectados en ningún momento.