Por primera vez, la discriminación que sufren las personas mayores se ha hecho palpable a raíz de la crisis humanitaria que el Coronavirus nos trajo en forma de pandemia. Para conocer sus implicaciones y origen entrevistamos a una voz autorizada que lleva años denunciando esta lacra, que él llama “el virus más letal”, el edadismo. Al igual que el capacitismo, la discriminación que sufren las personas con discapacidad o el sexismo, el prejuicio o discriminación basada en el sexo o género, nos convierten en una sociedades muy frágiles en valores.
¿Qué es el edadismo? ¿Qué efectos puede llegar a tener en la salud y en la salud mental?
Es la discriminación más naturaliza de todas las que imagines y además, aquella que todos vamos a tener la desgracia de sufir en algún punto de nuestra vida. Incluso, más pronto que tarde.
Por supuesto, así lo indica la psicología que lo ha demostrado en multitud de investigaciones. Es bueno que conozcamos esta realidad para decirles a las personas que ese autorechazo lo hemos aprendido y que podemos desmontarlo, para cumplir años sin que tengamos que vivirlo como una desgracia o arrepentimiento.
Por cuestiones culturales, sociales, tradicionales… ¿consideras que en algún momento todos hemos cometido algún tipo de edadismo, y si es así… de qué manera lo puedo hacer consciente y modificar?
Claro, yo el primero. Me gusta compararlo con el machismo, que muchas veces lo hemos validado por ignorancia pero que no tiene pase en una sociedad madura (o que pretende serlo). Para ser consciente, tienes que estar dispuesto a juzgarte en cada acción o comunicación que tengas, y además escuchar, leer, estudiar…
¿Cuál consideras que el es trasfondo de los estereotipos y prejuicios relacionados con el envejecer?
Falta de pensamiento crítico. ¿Cuántas veces hablamos sin tener una opinión formada?
¿Es un miedo a envejecer, o será un miedo disfrazado hacia la propia muerte?
Es un rechazo irracional y absurdo. Pero claro, también al ser una etapa relativamente más próxima a la muerte, existe un actitud de no querer mirar o de reconocerse ante el “inoportuno” espejo del envejecimiento.
A veces digo, que la muerte es vivir habiendo integrado que el envejecimiento es un declive, de pérdidas y tristeza, pero asumir ésto, es una muerte en vida.
En estos tiempos, mucho se ha hablado en las noticias que personas mayores de 60 años, en algunos lugares mayores de 70, son el “grupo vulnerable” del COVID, ¿esto qué impacto tiene en las personas mayores? En ocasiones pareciera que el COVID y la mortalidad es exclusiva para personas mayores.
Pues según lo que me han estado diciendo, muchos de ellos están aterrorizados por volver a salir a la calle y tener relaciones con las personas por temor al contagio, pero también lo están deseando por recontrarse con esa Nueva Normalidad que implica volver a disfrutar de la familia y del ocio. La sobreinformación y la sobreprotección, a parte de las 18.000 personas muertas que el coronavirus ha provocado, les ha convertido en las principales victimas de la pandemia.
¿Qué análisis haces del papel que han tenido las residencias de mayores?
Muy difícil. No fueron concebidas para ser hospitales con unidades de cuidados intensivos, equipados con el material humano y técnico que esta crisis requería, y así ha sucedido que la mayoría han muerto, abandonados a su suerte.
También es justo reconocer que el esfuerzo humano y económico que han hecho los gestores de las residencias y sus profesionales ha permitido que no hayamos tenido que lamentar más muertes. Ahora es el momento para repensar estos espacios porque si nos es ahora, volveremos a dilatar un problema que la clase política no ha querido afrontar con valentía y nuestro futuro y dignidad, también están en peligro.
¿Cómo ves el futuro próximo que se avecina?
Considero que tanto las personas como sus familiares, demandarán los servicios de atención a la dependencia y la discapacidad se ofrecerán en el domicilio. Donde por otra parte, así manifiestan cada vez que se les pregunta. ¿Usted donde desearía envejecer? En el domicilio, contestan la mayoría de españoles.
Las empresas ya están preparadas para este nuevo florecimiento, que en mi opinión, interpreto como una madurez de la sociedad que conoce sus derechos y va a luchar por que éstos se cumplan hasta el último momento. Pese a quien le pese y aunque genere conflictos familiares.
Pues me gustaría, que la institucionalización de las personas sea la última opción de todas las que deberíamos ofrecerles, y si fuera necesario ese ingreso, que fuese respetuoso con la historia de vida de cada uno de nosotros y los espacios fuesen lugares de vida y no de enfermedad.
Francisco Olavarría Ramos, comunicador y gestor de entidades vinculadas a la dependencia y la discapacidad. Activista por los derechos de estos colectivos.