El Covid-19 sigue siendo el gran protagonista de la actualidad en todo el mundo. La pandemia lleva un año en nuestra vida y la nueva normalidad ni se divisa. Con el paso del tiempo se ha ido conociendo más cosas sobre el Coronavirus y su composición. Por ejemplo, una investigación ha puesto en evidencia que las discapacidad intelectual es un factor de riesgo poco conocido para el Covid-19.
Y es que este último trabajo asegura que las personas con síndromes de Down, con Asperguer u otras enfermedades psiquiátricas tendrían hasta 3,2 veces más opciones de acabar falleciendo en caso de tener Coronavirus y 2,6 de pasar la enfermedad de forma grave que las personas sin discapacidad intelectual.
El Covid-19 es más letal en este grupo social de las personas con discapacidad. Esa es la conclusión a la que ha llegado el estudio realizado por la Universidad de Glasgow, en Reino Unido. La investigación científica ha contado con datos médicos de 17.000 adultos, el 95% de ellos con discapacidad intelectual. Después estos se han comparado con datos generales de resultados de test, hospitalizaciones y fallecimientos en Escocia.
Más grave en adultos más jóvenes que en ancianos con discapacidad
El estudio ha comparado a las personas con discapacidad intelectual con la población general. En el caso de los adultos ha quedado evidenciado que el Covid-19 es más grave en grupos de edad más jóvenes que los ancianos, particularmente entre entre los 55 y 65 años, y cuando son hombres.
La explicación detrás de estos datos podría estar parcialmente relacionada con el hecho de que las personas con este tipo de discapacidad están en contacto con muchas personas. Por ejemplo, como pueden ser compañeros de habitación en residencias; cuidadores que comparten con otros; amigos, familiares y demás personas que les asisten en su día a día.
“Las personas con discapacidad intelectual tienen mayores tasas de multi-morbilidad debido a sus contactos más habituales con trabajadores sanitarios e, incluso durante el confinamiento, sus contactos serán probablemente mayores que los del resto de la población”, explican los científicos en el artículo.
“Esto subraya la importancia de las intervenciones no farmacéuticas, como el distanciamiento social, la higiene de manos para minimizar su riesgo de infección”, finaliza la investigación.