José Antonio Marqués, de 65 años, ha trabajado durante 27 años como encofrador en el sector de la construcción y, en el pasado, también en las minas. Aunque enfrenta varios problemas de salud que limitan su movilidad, la enfermedad más grave que padece es un cáncer terminal, que le deja poco tiempo de vida.
A pesar de su situación, y de que en enero solicitó a la Seguridad Social la concesión de “la gran invalidez”, como ha reiterado en numerosas ocasiones, actualmente sigue recibiendo una pensión de invalidez del 33%, la misma que se le otorga desde 2018. Esta pensión apenas cubre el costo de su cuidadora y sus necesidades básicas.
Cada mañana se encerrará en el Ayuntamiento de su pueblo
Al no recibir respuesta de la administración pública, ha decidido llevar a cabo una huelga de hambre en el Ayuntamiento de Fabero, el municipio leonés donde reside, para exigir un cambio en su situación. «Trabajé y cotizé durante 27 años en la construcción, y ahora merezco recibir la ayuda que necesito», sostiene con firmeza.
Así que, a José Antonio Márques se le ha visto instalado en la primera planta del Ayuntamiento, donde afirma que solo beberá agua. Sin embargo, dado que el Ayuntamiento abre solo de 8 de la mañana a 2 de la tarde, no podrá permanecer allí de manera indefinida, como había planeado.
El tesorero le informó que no podía permanecer en el edificio después del cierre debido a la presencia de numerosos documentos sensibles. Además, indicó que se quedaría solo y, en caso de emergencia, no habría nadie para asistirlo. Por esta razón, continuará con sus protestas cada mañana para que se acelere la tramitación de su solicitud a la Seguridad Social.
Desde la administración local no se le ha puesto ningún impedimento para llevar a cabo esta protesta, y se le concedió rápidamente el permiso que había solicitado. Aunque el Ayuntamiento ha señalado que no puede hacer mucho más, ha instado a que la situación se resuelva lo antes posible por razones humanitarias, dada la delicada condición del hombre.