Nunca está de más, nunca está de sobra. Nunca. Nos referimos a las noticias que son agradables, que dan una lección de humanidad. No toda información ha de casar con los sucesos. Así, por ejemplo la siguiente: el 30 de mayo de 2017, un niño recién nacido llamado Blaze llegaba a la unidad de cuidados intensivos pediátricos (PICU) del OSF HealthCare Children’s Hospital de Illinois (EE.UU.). Un niño maravilloso.
Un niño especial. Había nacido con el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, un raro defecto cardíaco congénito por el que el corazón no se desarrolla como debería durante las primeras ocho semanas de embarazo, dejando la mayor parte del lado izquierdo demasiado pequeño. Un defecto preocupante, sin duda.
Más datos. Esta enfermedad, que requiere al menos tres operaciones «complejas y con una tasa de mortalidad alta», implica que los bebés necesiten cuidados intensivos y monitoreo en casa. Según el OSF HealthCare Children’s Hospital, «si una familia no puede proporcionar los cuidados intensivos que el bebé necesita, se quedan en el hospital o van a un centro médico de acogida». Estremece leer esta situación.
Pasamos al otro lado de la noticia. La enfermera Angela Farnan, que ha pasado 32 años en la unidad de cuidados intensivos pediátricos y neonatales del OSF, decidió que haría lo que fuera necesario para convertirse en un «hogar de acogida médico» para Blaze, ya que sus padres no vivían cerca del hospital y no disponían de los recursos para proporcionar los cuidados intensivos que el pequeño necesitaba en casa. Esto suponía que el bebé tenía que permanecer hospitalizado hasta su segunda cirugía.
Angela Farnan descubrió poco después de casarse que no podía tener hijos. «Cuando alguien me pregunta cuántos hijos tengo, les digo que depende del día. A veces 15 o 20», explica en referencia a su trabajo con los más pequeños. «Dios tiene un plan para todos nosotros. He estado trabajando en PICU muchos años y, en mi corazón, sé que es ahí donde Dios quiere que esté». Qué bellas palabras. Qué lección de amor. Qué entrega a raudales.
¿Cuándo cambió todo? Cuando Angela recibió una llamada telefónica a finales de 2017: le preguntaron si estaría dispuesta a adoptar a Blaze hasta su próxima cirugía. Ella dijo «sí». Sin pensárselo dos veces. El pequeño compaginaba periodos en la UCI y en casa de los Farnan. «Nos enamoramos de él».
Durante la acogida, Angela permanecía en contacto con la familia de Blas, informándoles sobre su progreso. Tras la segunda cirugía, en marzo de 2018, hubo una reunión entre los padres de Blaze, los Farnan y el cuerpo médico, explicaron los tipos de cuidados que iba a necesitar el pequeño de cara a una próxima tercera operación.
Realidad mágica: la madre biológica del bebé ofreció a Angela y a su marido una adopción «permamente», a lo que ambos dieron el visto bueno. «Nos miramos y dijimos: “¿Puedes creerlo? Va a ser nuestro”».
Según el OSF HealthCare Children’s Hospital de Illinois, la adopción se formalizó el pasado 8 de junio de 2018. Ahora se ha dado a conocer la grandeza de esta noticia que a todos nos alegra el alma.