Buenas noticias sobre el caso de el hombre que había sido detenido por ayudar a su mujer a suicidarse y dejar de sufrir por su avanzada y terminal enfermedad como habíamos anunciado en la tarde de hoy.
Según el diario ABC, fuentes jurídicas han informado que Ángel Hernández ha quedado en libertad sin medidas cautelares tras comparecer esta noche ante el juez.
El Código Penal regula en su artículo 143 la inducción al suicidio o la cooperación con el suicidio de otras personas.
La carta que había publicado Ángel:
«Esta historia quedará concluida cuando María José en su derecho a poner fin a su malvivir y en uso de su libertad decida seguir adelante con su suicidio. Es evidente que el deseo de María José a fin de que se cumpla necesita que se la ayude, por su incapacidad a realizarlo por ella misma, y como es una constante en ella demandar ese auxiliono habrá más remedio que proporcionarle esa ayuda para que su deseo se cumpla», afirma el marido.
En la carta, el hombre relata que la mujer a causa de su enfermedad sufría brotes repetidos, con una frecuencia de una o dos veces al año, marcha inestable, así como, incontinencia vesical y en ocasiones rectal y precisaba ayuda de terceras personas para realizar las actividades cotidianas como asearse, alimentarse o vestirse. Defiende que la eutanasia sea considerada «como un derecho de libre elección de toda persona» con una enfermedad irreversible que le produzca una existencia de dependencia y sufrimiento que no desea.
Quiere dejar claro que su mujer recibía cuidados paliativos y «de buena calidad», una asistencia que reclama para todo aquel que lo necesita o demanda pero insiste en que «también tiene que existir el derecho al suicidio asistido cuando una persona como María José así lo pida». «Los cuidados paliativos no son una alternativa a la eutanasia, los dos deben coexistir, y por libre elección decidir por uno de ellos», abunda el detenido.
Por último, se dirige a los «negacionistas» de la existencia a este problema: «Nos gustaría que fueran conscientes del dolor que ocasionan a todos aquellos que como María José y su familia sufren por su actitud». En este sentido, subraya que «algunos legisladores deberían evolucionar hacia posiciones menos contrarias a la eutanasia para evitar que alguien que lo necesite tenga que transitar por los mismos caminos que anduvieron María José y Ángel».