Plena Inclusión ha lanzado el proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’. El objetivo de este programa es cambiar las vidas de aquellas personas con discapacidad que tienen menos oportunidades de elegir cómo, dónde y con quién vivir. Para ello, se está realizado una especie de experimento con el fin de trasladar a personas con grandes necesidades de apoyo desde instituciones a viviendas en la comunidad, promoviendo su inclusión en sus nuevos vecindarios a través de actividades normalizadas.
Para todo ello es fundamental establecer un nuevo tipo de apoyos, más personalizados, con más tiempo de dedicación, y más orientados a que las personas elijan y contribuyan.
En la localidad de Yepes (Toledo), la asociación AMAFI está desarrollando este proyecto con una vivienda en la comunidad. Allí ha llevado a 4 personas con muchas necesidades de apoyo que hasta ahora han vivido en su residencia, una institución grande alejada del pueblo.
Noelia Cabezas es una de esas personas de apoyo en este proyecto de Plena Inclusión. Ella ha pasado de trabajar en la residencia a hacerlo directamente con cada una de las personas en el nuevo piso. Su experiencia nos demuestra cómo los cambios que experimenta el proyecto no solo impactan positivamente en las vidas de las personas con discapacidad intelectual. También lo hacen en la labor de aquellas profesionales que apoyan su inclusión.
Las personas con discapacidad intelectual ganan en autonomía
«En la residencia tú les aseas, les vistes y no haces nada más con ellos. Luego les ponen la comida y si lo necesitan les ayudas a comer, pero nada más. Todo les viene hecho: las sábanas de la lavandería, la comida de la cocina…» afirma Noelia. Para ella, una de las claves es el tiempo: «Preparas la ropa sin preguntarles, porque no te da tiempo, ya que son muchos. Yo no preguntaba: ¿Te gusta esto o lo otro? Ven al armario a elegirlo. No, al final preparas su ropa para el día siguiente, y así con uno, con otro, con otro…».
Sin embargo, en el nuevo piso del proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ de Plena Inclusión no ocurre esto. «Aquí no, aquí tenemos tiempo para que cada persona pueda elegir. Qué quiere ponerse algo, pues lo cogemos, que ese día quiere otra cosa, pues abrimos el armario y cogemos lo que le apetezca. Tenemos tiempo de sobra, no tenemos que estar corriendo. Y además, nosotras nos podemos apoyar en ellos también para hacer nuestro trabajo, en lo que puedan tener autonomía, les dejamos que actúen».
Noelia sabe bien de lo que habla: lleva ya 5 años trabajando junto a estas personas: primero en la enfermería, luego en la residencia y ahora en el piso en comunidad del proyecto. Reconoce que esta «muy contenta» de poder trabajar más directamente con ellos y ellas, «porque en residencia no puedes hacer lo que realmente quieres hacer, por falta de tiempo, de personal, de un montón de cosas que pasan en todos los sitios».
«Somos gente como vosotros, no somos extraterrestres»
Y reconoce que se le ponen los pelos de punta al recordar algo tan simple como la cara de Manuel -una de las personas del nuevo piso-, al poder comprar un polo por sí mismo por primera vez en sus 70 años de vida.
«Ahora vamos todos los días a comprar el pan, a que hagan relaciones con sus vecinos, con el panadero, el del supermercado… para que ellos se relacionen, y la gente se acostumbre a estar con ellos. Y no nos vean como bichos raros que estamos allá arriba, porque al final es como nos veían».
En el pueblo solían decir: «qué vienen los chicos de AMAFI». Noelia les rebate: «pues no, somos gente como vosotros, no somos extraterrestres». Y termina diciendo: «Manuel llevaba 32 años en la residencia, y en ese tiempo había salido 3 veces al pueblo. Solamente en eso ya ha cambiado su vida un 100%».
‘Mi Casa: una vida en comunidad’ es un proyecto de Plena inclusión financiado por el Gobierno de España, gracias a su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que cuenta con fondos ‘Next Generation’ de la Unión Europea.