Los cuidados en la mayoría de las ocasiones son invisibles en nuestra sociedad. Eso sí, no hay que olvidar que ésta se sostiene gracias precisamente a los cuidados. Y para poner en valor los cuidados, estos se deben visibilizar; no se deben quedar entre las cuatro paredes de un domicilio.
En nuestro entorno habitual seguro que compartimos espacio con otras personas que están cuidando a un ser querido, y conocer esa circunstancia nos puede ayudar a entender por lo que está pasando, además de poder entender algunas de sus reacciones.
«Las instituciones públicas deberían poner en marcha más medidas para ayudar a los cuidadores. Recibir una adecuada atención de calidad no ha de ser un privilegio de unos pocos. Los cuidados que una sociedad ofrece a sus ciudadanos más frágiles es un indicativo de su grado de civilización y de humanidad», defiende Josep París Giménez, enfermero especialista en Enfermería Geriátrica y Gerontológica, y coautor de ‘Cuídate’ (Plataforma Editorial), un manual en el que desde su experiencia relata 15 vivencias personales de cuidadores, junto a la periodista Gemma Bruna.
A su juicio, cuidar bien de otra persona significa dar lo mejor de uno mismo. «El principal problema es que te encuentras siendo cuidador de repente, no se puede planificar. Y de golpe has de reorganizar tu vida, combinar los horarios para el cuidado con los del trabajo, buscar información, y plantearse como pueden ser las próximas semanas o meses. Suelen ser procesos largos, donde se entremezclan un conjunto de emociones y sentimientos que en muchas ocasiones nos sobrepasan», denuncia.
Así, el también exgerente del Colegio Oficial de Enfermeros y Enfermeras de Barcelona insiste en que es muy importante que uno debe cuidarse para poder cuidar correctamente de los demás.
«Cuidar de un ser humano es una obra de arte y el arte exige imaginación, sensibilidad, talento y técnica. No se puede cuidar en serie, ni homogéneamente. Cuidar bien exige trascender la aplicación de protocolos, pues cada ser humano es singular y único, y ello exige un cuidado personalizado, centrado en sus necesidades y en sus posibilidades», reclama este especialista.
Otro de los aspectos a atender en este campo es que el ser responsable de los cuidados de mayores dependientes y enfermos de larga duración puede acarrear numerosos problemas de salud para esos cuidadores, tales como insomnio, hipertensión, soledad, depresión o ansiedad entre otros.
«Cuidar supone un desgaste físico y emocional muy importante, y es necesario cuidarse a uno mismo para poder seguir cuidando. Y en muchas ocasiones se trata de realizar pequeñas acciones, muy básicas, pero que seguro ayudan en el día a día: alimentarse adecuadamente, mantener la vida social, encontrar espacios de desconexión, no ocultar los sentimientos, encontrar unos minutos para caminar cada día, buscar ayuda profesional, y ante todo no olvidarse de uno mismo», señala París en una entrevista con Infosalus.
CONSEJOS PARA LOS CUIDADORES
En este sentido, el Instituto Superior de Estudios Sociales y Sociosanitarios (ISES), sostiene que, ya que el cuidador puede sufrir muchas consecuencias de velar por la salud de una persona enferma o dependiente, y suele anteponer las necesidades de la persona cuidada a las suyas propias recomienda:
1.- No llevar la carga una sola persona y repartir y hacer turnos de cuidados.
2.- Pedir ayuda a otros familiares o expertos cuidadores si como cuidador te sientes desbordado. Si tu estado de salud se ve afectado a la larga también incidirá en el estado de salud de la persona a cuidar.
3.- Ponerse límites al cuidado. El cuidador debe establecer unos límites u horarios a cumplir, de tal forma que el hecho de cuidar a otra persona no interfiera al 100% en su vida cotidiana.
4.- El ejercicio físico puede ser de mucha ayuda al cuidador a la hora de mantener un estilo de vida saludable, además, el ejercicio puede ayudarle a evadirse de sus problemas durante ciertos periodos de tiempo.
5.- Mantener unos hábitos de comida saludable también ayuda para aportar al cuerpo todos los nutrientes necesarios.
6.- No descuidar las horas de descanso. Uno de los síntomas más comunes es la falta de sueño. Por ello, hay que marcar unas horas de sueño y descanso de manera rutinaria, y en la medida de lo posible, acostumbrarse a ellas para que el cuerpo también lo haga.
7.- Dedicarse tiempo a uno mismo. Es necesario aprender a sacar tiempo para el ocio y el cuidado propio de manera que se encuentren momentos de dispersión para renovar fuerzas y energía. Esto también incluye mantener las relaciones sociales con el entorno.
8.-Aprender técnicas de relajación ya que pueden ayudar a que el cuidador sobrelleve mejorar las etapas de estrés.
Finalmente, este enfermero especialista en Enfermería Geriátrica y Gerontológica reclama que, por parte de las instituciones públicas se tendría que dar mucho más soporte a los cuidadores para que puedan seguir cuidando si así lo desean.
«Tener que dejar de trabajar, como sucede en muchas ocasiones, para poder cuidar a un ser querido es muy injusto y no todo el mundo se lo puede permitir, y compatibilizarlo es muy duro y muy cansado. En España todavía sigue sin desplegarse de manera adecuada la denominada Ley de Dependencia. Falta financiación y en algunas ocasiones las ayudas llegan cuando la persona ya ha fallecido», lamenta este especialista.
Otro aspecto muy importante en su opinión que debe mejorarse es la coordinación entre los ámbitos hospitalarios y de atención primaria. «En muchas ocasiones los cuidadores han de iniciar un camino muy pesado: coordinar visitas, buscar ayudas, cuidar a tu ser querido, cuidarse a uno mismo. Eso sí, ¡todo una experiencia de vida!», sentencia París.