Beatriz González no se rinde – Desde que la conselleria de Servicios Sociales le rebajó injustamente el nivel de dependencia no ha cesado de pedir un asistente personal que le permita llevar una juventud digna
Beatriz González Viejoes una joven gabellina de 23 años que padece unadiversidad funcional de nivel 3desde que nació, lo que supone queprecisa de asistenciapara realizar cualquier actividad de la vida diaria. Sufre una enfermedad irreversible, unatetraplegia que le afecta a brazos y piernasde la que nunca se recuperará y que le hará depender de los servicios de un asistente personal durante toda su vida.
Hace poco más de tres años laconselleria de Servicios Socialesle bajó el grado de dependencia de 3 a 2. Lo que significó para ella que legalmente sólo se contemplaba unaayuda para una o varias actividadesy no todas, tampoco una asistencia personal todo el día. La reducción del grado, asimismo, conllevó una reducción económica en la ayuda que percibía,de los 215 euros mensuales a solo 85.
Bea reclamó ante la misma Conselleria la resolución en que se le reducía su grado de dependencia,reclamación que fue desestimada. Pero su insistencia y lucha la llevó a acudir a lostribunales de Justicia, para reclamar un derecho que injustamente se le estaba quitando, ya no por lo que pueda suponer económicamente, que es prácticamente nada, sino “para que se reconozca el grado de dependencia, por si un día las cosas se arreglan y se nos ayuda justamente”, manifiesta Beatriz. Hace unos meses los Tribunalesfinalmente dieron la razón.
Los alegatos que esgrimían los técnicos de la Conselleria para reducirle el grado eran “aspectos de mi vida social que nada tienen que ver con mi dependencia o discapacidad, como que salga con amigos, claro que lo puedo hacer perosiempre con ayuda de alguien, un asistente o un amigo”, fueron desestimados por el Tribunal.
Pero es que durante este periodo no solo vio reducida la partida por cuidados, sino que tuvo que aguantarun año sin cobrar nada. Mientras tanto sus padres, con sus sueldos normales y alguno que otro préstamo, han conseguido que Bea tengaun asistente personalque le permita realizar las actividades de la vida cotidiana y cursar susestudios de Psicología en la UIB, para finalizar en octubre de 2015 con unMaster en investigación en la UNED.
Todo esto no habría sido posible sin laayuda económica de sus padreso las becas a las que pudo optar gracias a susexcelentes notas. Obtenerlas no es nada fácil, hay que competir con mucha gente discapacitada, además de tener la mejor nota y algunas de estas becas privadas sólo se concedían 32 en toda España. Todo gracias a entidades como lasFundaciones Prevent u ONCE, entre otras.
Falta de ayudas
Beatriz pide ahora que lasautoridades autonómicaspresten la ayuda necesaria a personas que con un nivel alto de dependencia como ella, puedan acceder a un asistente. Ayudas que según recuerda ella misma, están recogidas en la legislación, “tan sólo basta acceder a la web de ladirección general de Dependenciapara informarse”, pero que a diferencia de otras Comunidades, como la catalana o la madrileña, en Balears no se dan. También recuerda que hay estudios que avalan que es más recomendable económicamente para un gobierno,subvencionar un asistente personalque permita a estas personas llevar un proyecto de vida para trabajar, crear empleo, consumir yrendir más en la sociedad.
En este sentido pide laimplicación de empresas y de la misma sociedad. Nos pone un ejemplo: “Si hubiera supermercados con personal, o con el mismo personal, que atendiera a los discapacitados, podríamos realizar esta actividad más autónomamente, al tiempo que el supermercado vería incrementada su clientela”. Actualmente Beaha acabado sus estudiosy tiene que vivir con unapensión de 540 eurosmás215 de ayuda asistencialen el entorno familiar en total755 euros mensualesy con ellos tiene que pagarse el asistente que precisa durante todo el día. Todo ello porque vive y come en casa de sus padres.
El futuro para Beatriz es como un pez que se muerde la cola, ha terminado los estudios y por cuestiones económicasno puede salir de casa de sus padresen Cala Rajada para ir a Palma a buscar trabajo o prestar servicios de voluntariado. Si no encuentra trabajo, seguirá adelante con susestudios de doctorado, que le permitirán realizar untrabajo de investigación, que es una de las cosas que le apasionan y por otro lado le permitirátener una beca.
Ella ya ha cursado un cursos paraformar a futuros asistentespersonales, con la esperanza que la administración también reconozca esta figura y les permita contratarlos directamente como unacategoría profesional másy no como asistentes del hogar. Bea seguirá luchando.
Fuente: Biel Capó Capdepera en diariodemallorca.es