En los últimos años, se ha popularizado la ingesta de insectos en muchos países. Aunque para numerosas personas se trata de una ‘aberración’, los insectos son considerado un superalimento debido a su alto valor nutricional.
Sin ir más lejos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado en diferentes ocasiones que los insectos son una excelente opción para reducir el hambre en el mundo.
No obstante, en algunos países el consumo de insectos está mal visto y tiene un elevado rechazo, principalmente debido a cuestiones culturales. Pero somos capaces de comer caracoles o mariscos, algo que en otras culturas es inconcebible.
La doctora Marina Teresa Blas Esteban, estomatóloga y profesora de la Univsersitat de Barcelona defiende la ingesta de insectos como un superalimento, principalmente por ser fuente de proteínas para el organismo.
Insectos, un superalimento proteico
Según la doctora Blas Esteban, «en los insectos el porcentaje de proteína es muy elevado. Es muy superior por ejemplo a la cantidad de proteína que contienen los vegetales, fuente de alimentación de muchos pueblos y que no tienen acceso a otra proteína como el cerdo, la carne, o el pollo».
En este sentido, la especialista asegura que aproximadamente el 50% del peso seco del insecto es proteína, a pesar de que las propiedades varían de una especie a otra.
Pero los insectos no son considerados un superalimento nutritivo únicamente por su riqueza en proteínas. También contienen aminoácidos esenciales y vitaminas, destacando un alto contenido en grasas insaturadas, como el omega 3.
Lo que es más llamativo es que según esta doctora, muchos de los insectos estudiados también aportan calcio, hierro o vitamina D. «En conjunto son alimentos muy completos nutricionalmente», afirma.
El gran problema de los insectos en España es que no existe una cultura en torno a su uso como alimentos. Sin embargo, en las próximas décadas podrían convertirse en un gran elemento gastronómico con un alto nivel nutricional.
Cuáles son los insectos que se comen
La variedad de insectos que se comen en la actualidad son muchos y variados. Entre ellos destacan las orugas de mariposas, saltamontes, hormigas, larvas de coleópteros y las pupas de abeja. A priori, para muchas personas consumir este tipo de alimentos supone algo inimaginable.
Aunque parece extraño, actualmente se consumen aproximadamente unas 3.000 especies de insectos a nivel mundial. Además, una de las virtudes de los insectos como superalimento es que se pueden cocinar de diferentes formas, ya sea secos, frescos, fritos, hervidos o asados. Incluso se pueden ingerir vivos.
Según resalta la doctora Blas Esteban, seguramente todos nosotros hemos consumido algunas ves insectos de forma indirecta a través de pan, galletas, pasta o harinas. Al respecto de esta afirmación explica que «desde que el grano entra en la fabrica hasta que sale sufre un proceso y puede ocurrir que ya el grano esté infectado cuando se mete en la fábrica, o puede ser que a lo largo del proceso haya una contaminación. Esta también puede producirse en el lugar de almacenamiento, o ya en la misma casa del consumidor. Por ejemplo, cuando se hacen mermeladas, si la fruta está contaminada y no se ve porque los insectos están en el interior del producto, estos se cocinan con ellos y después se trituran, y tú te lo comes y no te enteras».
Con presencia en alta cocina
Como hemos comentado anteriormente, es cierto que actualmente en España no se consumen insectos. No obstante, cada vez es más recurrente su presencia en alta cocina. «De hecho se emplean en la alta cocina, y en todas las ediciones de Masterchef, por ejemplo, se cocina alguna vez insectos. Y hay restaurantes que ya ofrecen los insectos dentro de su menú», explica María Teresa Blas Esteban.
Con todo ello, los insectos son considerado un superalimento por su alto valor nutricional. Además, según esta especialista en la materia, los insectos no «no tienen factores nocivos, simplemente podrían producir alguna alergia similar a la que pueden producir los crustáceos, ya que son grupos muy relacionados filogenéticamente. Conviene que los insectos se hayan criado para el consumo humano, ya que, si son salvajes, es decir capturados en el campo pueden contener pesticidas».