Con tan sólo 15 años, Pascaline sufrió un ameloblastoma de crecimiento lento que llegó a alcanzar los 22 centímetros de longitud. Esto llegó a deformarle la cara desde la mandíbula hasta el cuello.
8 años después de que comenzara su enfermedad, Pascaline fue localizada en una aldea de Burkina Faso por una enfermera de la ONG de Castellón “Amor en Acció”. “Tenía problemas de salud, había perdido parte de la dentadura y no podía alimentarse como consecuencia del tumor”, explica Carolina García, miembro de la ONG.
La intervención no podía realizarse en Burkina Faso y “Amor en Acció” contactó con la Fundación Vithas, que se ofreció a hacerse cargo de todos los costes médicos de la intervención. Hecho que hizo que le cambiara la vida a la joven.
“En cuanto conocimos el caso de Pascaline nos pusimos a trabajar para preparar el traslado a Valencia y ofrecerle los mejores profesionales”, señalan desde la fundación.
Una compleja operación de más de 12 horas
Tras su traslado a Valencia, en el mes de septiembre se sumergió en una operación de 12 horas, en la que tuvieron que retirar el tumor facial y gran parte de la mandíbula de la joven. Una operación compleja que traía consigo también una dura recuperación.
“Estaba incluso enfadada porque lo pasó mal y debido a su desconocimiento no sabía a lo que se enfrentaba”, explica Carolina.
Después de dos meses de la operación, Pascaline puede comer con normalidad y ha recuperado su rostro original antes del inicio de su tumor.
“Cuando se mira en el espejo no se lo puede creer, dice que ya no es la misma. Está muy contenta y con ganas de volver a su poblado”, cuenta Carolina García. En dos semanas, Pascaline se reuinirá de nuevo con su familia. La joven asegura que lo que más ilusión le hace es que “su madre pueda ver su nueva cara”.
No ha sido una vida fácil para la joven, no sólo por tener que vivir con un tumor de 22 centímetros durante 8 años, sino por el rechazo social que sufrió en su poblado. Pascaline fue apedreada y tratada por curanderos durante años, ya que creían que estaba poseída. Pero, al fin, la joven ha conseguido el final feliz que merecía.