El mundo cárnico es muy diverso. Empezado por la división entre dos grandes grupos: carne roja y carne blanca. Cada tipo tiene unas características concretas y además aportan diferentes propiedades importantes al organismo.
La sociedad tiende a diferenciar constantemente entre rojas y blancas. No obstante, es necesario saber que ambas son fundamentales para la salud de las personas, debido a los diversos nutrientes que aportan; siempre que se consuman de forma equilibrada, sin pecar de excesos.
¿Qué diferencias hay entre la carne roja y carne blanca?
La principal diferencia que encontramos entre los dos grandes grupos de carne son las propiedades que componen el alimento. Unas propiedades que derivadamente determinan los beneficios que otorgan a la salud de las personas.
Rojas
La carne roja, para empezar, es una importante fuente de proteínas de calidad. Dependiendo del animal que proceda y su crianza, este tipo de alimento puede aportar entre un 15 o un 25% de proteínas. Además, aportan importantes cantidades de grasas, especialmente saturadas. Igualmente es rica en potasio, fósforo, hierro y varias vitaminas.
Este tipo de carne proporciona colesterol al organismo, en torno a 80 o 110 mg por cada 100 gramos de alimentos. Contienen mayor dosis de purinas que las blancas. Esta sustancia participa en la producción de ácido úrico en el cuerpo humano. No hay que olvidar que el ácido úrico en exceso puede ser perjudicial para la salud, siendo la causa del desarrollo de diferentes enfermedades.
El hierro procedente de la carne roja es muy importante para la salud, ya que el cuerpo realiza su absorción con facilidad. Es un elemento que previene el desarrollo de anemias nutricionales, como la anemia ferropénica (anemia por falta de hierro). Así, una práctica segura para no sufrir deficiencia de hierro es consumir de forma regular carne roja. Aunque no hay que confundir la regularidad con exceso.
La carne roja, además, es un alimento idóneo para fortalecer la musculatura. Y es que las proteínas que contienen este tipo son de mayor calidad a las de carne blanca, aportando además buenas dosis de zinc, que también benefician al sistema muscular del organismo.
Blancas
Cómo ya hemos deslizado anteriormente, la calidad de las proteínas de la carne blanca es un poco inferior a la de la roja. No obstante contienen la misma cantidad o incluso superior de este nutriente, tan importante para el correcto funcionamiento del organismo. La carne blanca puede aportar hasta un 28% de proteínas.
Al igual que las rojas, las carnes blancas destacan por su contenido en proteínas y grasas. Aunque en este caso, son bastante más magras. Igualmente, la carne blanca también incluye en su composición vitaminas, potasio, zinc, fósforo y yodo.
También aportan hierro al organismo, pero en menor cantidad que las rojas. Lo mismo ocurre con el colesterol, ya que proporciona aproximadamente entre 40 y 80 mg de esta sustancia por cada 100 gramos de alimento. Este hecho la convierte en una carne, a priori, más saludable que la roja.
Además, las carnes blancas poseen menos cantidad de purinas que las rojas. Así, son un alimento idóneo para personas que desarrollan una dieta blanca, pues son más fáciles de digerir por el metabolismo, especialmente las carnes blancas que contienen menos grasas, como el pavo o el pollo.
Normalmente, la mayor cantidad de grasas de la carne blanca se acumula en en la piel. Por lo que es más saludable prescindir de esta parte del alimento si pretendemos cuidar nuestra alimentación o estamos realizando una dieta destinada a perder peso.