«La inmunidad del grupo» es algo de lo que se ha hablado desde el inicio del Coronavirus. El pasado mes de mayo, Salvador Illa aseguraba sobre la inmunidad de rebaño que ni la había, «ni la va a haber». Algo que desde la publicación científica The Lancet han definido como «una falacia peligrosa sin evidencia científica«.
La estrategia de dejar la libre infección cobró fuerza tras una propuesta, denominada La Declaración de Great Barrington. Dicha publicación fue firmada por tres epidemiólogos de las universidades de Harvard, Oxford y Stanford: Martin Kulldorff, Sunetra Gupta y Jay Bhattacharya.
La línea que seguía la declaración era «permitir a aquellos que están bajo un mínimo riesgo de muerte, vivir sus vidas con normalidad para alcanzar la inmunidad de rebaño al Coronavirus a través de la infección natural, mientras se protege mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo». Según los tres epidemiólogos, esto es lo que se conoce como protección enfocada.
«Las políticas sanitarias tienen que ir encaminadas a la prevención y al empoderamiento del paciente. Por otro lado, no está claro qué anticuerpos frente al Covid-19 realmente nos protegen, ni por cuanto tiempo, luego es mejor hacer una protección previa a la infección, que implique tomar medidas personales que prevengan la infección», ha asegurado.
De hecho, los investigadores advierten de que la ausencia de medidas de control aumentaría la mortalidad en toda la población. Además, esto afectaría a la economía de forma irreversible, prolongaría la epidemia y colapsaría todos los sistemas sanitarios.
La jefa científica de la OMS señala, además, que alcanzar la inmunidad de rebaño de forma natural supondría que, al menos; el 70 por ciento de la población desarrollara anticuerpos. Este es un proceso que supondría mucho tiempo. Además, los científicos firmantes de la carta abierta advierten de que tendría efectos catastróficos en la economía global.
Medidas para frenar la infección
Hasta ahora todas las políticas se han basado en tratar de abordar el problema una vez que se ha generado la infección o aplicando medidas muy restrictivas de confinamiento, que no empoderan al paciente.
Sin embargo, conocer mediante datos objetivos a nivel molecular el riesgo que tiene una persona de contagio; así como la gravedad de los síntomas que puede padecer. Esto permite priorizar la toma de decisiones médicas basadas en hipótesis objetivas para tomar medidas concretas y personalizadas basadas en las características epigenéticas individuales, ya que para que el Covid-19 pueda infectar se requiere de un contexto epigenético específico.
«Con un estudio epigenético, entendiendo que esta parte de la genética representa un porcentaje muy alto de la infección; sabríamos en unas horas si su riesgo de contagio es alto o bajo». Todo ello, como asegura, «en función de eso podríamos hacer su seguimiento o analizar el riesgo que corren sus familiares».
El director general de la OMS, Tedros Adhanom, se ha sumado a estas advertencias y ha asegurado que la inmunidad de rebaño significa “permitir infecciones, sufrimientos y muertes innecesarias”. “Nunca en la historia de la salud pública se ha utilizado la inmunidad del grupo como estrategia para responder a un brote y mucho menos a una pandemia. Es científica y éticamente cuestionable”, ha afirmado.