Se le llama mal de altura al conjunto de trastornos que obedecen a las estancias en sitios en los que hay muchos metros de altitud sobre el nivel del mar. De esta forma, y sin saber bien a ciencia cierta cómo poder prevenirlo, cada persona tiene un riesgo individual que explican sólo factores como su edad y sus circunstancias, entre otros asuntos personales como posibles patologías previas relacionadas con la salud vascular o el propio corazón.
Quienes han sufrido de mal de altura en alguna ocasión, habrán podido comprobar que los síntomas pueden hacer acto de presencia a partir de los 2.500 metros de altitud. A los 3.000 metros ya hay un porcentaje relevante como es el 30% de los viajeros con síntomas del mal de altura, y cuando se superan los 4.000 metros, ya puede afectar a un 65% de viajeros en total. Se da la circunstancia de que cada año hay muertes en distintos lugares del mundo en los que se pueden escalar montañas a semejante altura.
Síntomas del mal de altura
Los expertos señalan que el mal de altura se debe a la falta de oxígeno de la atmósfera, que va reduciéndose considerablemente a medida que vamos ganando altura. Con lo que cada vez que respiramos en medio de una montaña hay menos oxígeno tanto a nuestra sangre como a nuestro cuerpo. ¿Qué ocurre luego? Pues que nuestro organismo puede llegar a no adaptarse a niveles tan bajos de oxígeno.
- Fatiga
- Mareo
- Dolor agudo de cabeza
- Pérdida de apetito, acompañado de náuseas
- Trastornos del sueño
La gravedad del trastorno depende de varias aristas, como la propia altura alcanzada en un medio natural como puede ser una montaña, en medio de la sierra, o la velocidad con la que se intenta llegar a la cota. También la actividad física desarrollada a esa altura.
¿Cuáles son las contraindicaciones del mal de altura?
Respecto a las contraindicaciones, esto es, las personas a las que no les está recomendado la subida a áreas de gran altitud, no se recomienda que tengan enfermedades como angina de pecho, enfermedad crónica pulmonar o hipertensión pulmonar.
Tampoco es aconsejable la escalada a niveles altos en personas con síndrome de apnea nocturna, o anemia falciforme, entre otro tipo de dolencias como puede ser el asma no controlado o la enfermedad tromboembólica, o la epilepsia no controlada. Entran dentro de esta relación otras enfermedades relacionadas con la dificultad para respirar o a nivel cardiovascular, donde llegar a zonas de gran altitud pueda ser un peligro real para la salud.