La incapacidad permanente es una situación derivada de un accidente o enfermedad sufrida por una persona, por la que tiene derecho a una prestación. La Seguridad Social distingue cuatro grados de incapacidad: Parcial, total, absoluta y gran invalidez. La cuantía de la pensión depende del nivel que los médicos de dicho organismo determinen.
La diferencia fundamental entre los grados de incapacidad permanente, es si la persona puede seguir desarrollando su actividad laboral, puede trabajar en otras labores más acordes, no puede trabajar o además, necesita ayuda para las actividades del día a día. Cabe señalar, que estos grados, y por tanto, las prestaciones por incapacidad permanente, son revisables.
En cuanto a las enfermedades crónicas, se trata de patologías que se prolongan en el tiempo sin que tengan una curación completa. Es decir, el paciente sufre una dolencia que aun con tratamiento no prevé mejora. Además, son enfermedades con las que puedes alcanzar una cierta estabilidad, pero que también son susceptibles de empeorar y progresar.
Bien es cierto que afortunadamente, los avances médicos y científicos, están poniendo sobre la mesa soluciones a enfermedades que antes eran consideradas incurables. No obstante, el aumento de la esperanza de vida debido a que las personas cada vez viven más, también ha cronificado algunas enfermedades que no se consideran solo como incapacidad permanente.
¿Enfermedad por incapacidad permanente o crónica?
La tendencia es cada vez más, se denominen patologías como enfermedades crónicas. ¿Por qué? En primer lugar, como hemos adelantado, porque la esperanza de vida se sitúa en España en los 80 años. Esto significa, que hay muchas personas que se estabilizan en una determinada enfermedad, pero no les imposibilita vivir por más años.

Por otra parte, gracias a los avances de la Ciencia y de la investigación. Hoy en día, existen tratamientos más eficientes contra enfermedades que han sido a lo largo de la historia una verdadera lacra. Ejemplo de esto son patologías infecciosas como el Sida o la hepatitis C, con las que años atrás, moría muchísima gente. Sin embargo, en la actualidad, los tratamientos permiten que personas con estas dolencias lleven una vida normal. No obstante, ya son considerados como enfermos crónicos.
Otro ejemplo en este sentido, es lo que ocurre con el cáncer. Aunque aún no tiene cura y se deben poner muchos más esfuerzos en erradicarlo, los tratamientos cada vez funcionan mejor. De este modo, la tasa de mortalidad se ha reducido considerablemente. Sin embargo, estas personas aunque se curen, deben estar sometidas de por vida a revisiones y controles médicos. Por lo que igualmente, serán considerados enfermos crónicos.
El por qué de una mejor salud
Cabe señalar, que lo importante en este punto es buscar la calidad de vida de los enfermos. Por ello, es de resaltar el avance de tratamientos que mantengan en buena forma, a enfermos crónicos. Por otra parte, debe tenerse claro que la incapacidad permanente, está más enfocada a ayudar a la persona que ha visto reducidas o eliminadas sus posibilidades de trabajar.
Pero, ¿Hay algo más que haya propiciado un aumento de la esperanza de vida? Posiblemente, además de los avances médicos, la prevención y educación, así como la rehabilitación, sean factores que hayan ayudado positivamente en este hecho. No obstante, quizás el mayor camino que queda aún por recorrer, es en el de las enfermedades de salud mental en las que todavía no existe tanta concienciación.