Las proteínas y carbohidratos son dos de los elementos nutritivos más importantes para el ser humano. No obstante, es necesario establecer un equilibrio nutricional en la alimentación respecto a la ingesta de este tipo de micronutrientes.
En este sentido, investigadores del Centro Charles Perkins de la Universidad de Sidney (Australia) han llevado a cabo recientemente el mayor estudio realizado sobre interacciones de los nutrientes.
Concretamente, el estudio se ha realizado en ratones y examinando la salud con 33 dietas diferentes que albergaban diferentes combinaciones de proteínas y carbohidratos, y fuentes variadas de carbohidratos.
Así, los resultados de esta investigación determinan que una dieta baja en proteínas (10% de la energía dietética) y elevada en carbohidratos (70%) generaba los datos metabólicos más saludables y menos saludables de las 33 dietas, respectivamente. Eso sí, teniendo en cuenta el tipo de carbohidratos.
Proteínas y carbohidratos
Por otra parte, cuando los carbohidratos estaban compuestos mayormente por almidón resistente, la dieta baja en proteínas resultó ser la más saludables de todas las analizadas.
Sin embargo, cuando los carbohidratos consistían en una mezcla de 50% de fructosa y 50% de glucosa, la misma composición que el jarabe de maíz de alta fructosa, la dieta baja en proteínas ofreció los peores resultados.
Es decir, una dieta baja en proteínas y alta en carbohidratos será beneficiosa para la salud en función del tipo de carbohidratos que se integren en el plan nutricional.
El principal autor de este estudio, Stephen Simpson, explica que «aunque el estudio se llevó a cabo en ratones, los resultados parecen explicar la disparidad entre las dietas sanas, bajas en proteínas y altas en carbohidratos, y los crecientes niveles de obesidad y comorbilidades asociadas a las dietas modernas altamente procesadas, que también están diluidas en proteínas y tienen un alto contenido de carbohidratos refinados».
Igualmente, añade que «descubrimos que la composición molecular de un hidrato de carbono y su digestión determinan la respuesta conductual y fisiológica a niveles reducidos de proteínas en la dieta, influyen en el modo en que el hígado procesa los nutrientes y alteran las bacterias intestinales».
Dietas bajas en proteínas, no siempre las mismas
Un aspecto que hay que tener en cuenta es que no todas las dietas bajas en proteínas son iguales. Por ejemplo, una dieta baja en proteínas y alta en hidratos de carbono tiene el objetivo de obtener los mayores beneficios posibles de los los hidratos de carbono accesibles a las bacterias del colon; pero también puede ser un medio para maximizar los efectos adversos de los carbohidratos con altos niveles de procesados.
Al respecto, los científicos que participaron señalan que «descubrimos que la mezcla 50:50 de glucosa y fructosa creaba los niveles más altos de obesidad en los ratones, incluso cuando el consumo de calorías era comparable al de otros carbohidratos. Esto sugiere que una caloría no es una caloría cuando se trata de carbohidratos, o incluso de diferentes azúcares, y que el consumo de glucosa y fructosa en combinación promueve la obesidad y la mala salud metabólica».
Finalmente, los investigadores informan que este hallazgo puede resultar sorprendente para muchas personas. No obstante, existe consenso en que el exceso de calorías procedentes del azúcar provocan un aumento de peso y enfermedades metabólicas.
Además, entre la comunidad científica también existe un debate activo respecto que forma de azúcar es más perjudicial para la salud: Sacarosa, fructosa, glucosa o jarabe de maíz de alta fructosa.