El jamón ibérico es uno de los productos más laureados de nuestro país junto al aceite de oliva, el queso, o el vino. Su sabor intenso, su olor, su estética, son características que hacen que sean reconocible en cualquier lugar. Sin embargo, ¿Sabemos distinguir un buen jamón ibérico de uno que no lo es?
En España, como buen productor de este alimento, se consume bastante jamón ibérico. Tanto es así, que no hay fiesta o evento social especial, que no cuente con un espacio dedicado a este producto. Navidad, bodas, comuniones, cenas especiales, cualquier evento destacable cuenta con un apartado de este alimento en su menú.
Principalmente, el jamón ibérico se sirve solo o acompañado de algo crujiente como picos o pan, y se presenta en pequeñas lonchas, casi transparentes, distribuidas en un plato donde nunca debe amontonarse. Por este motivo, la forma en que se corta y se conserva este producto forma parte del ritual de comerlo.
Pero al ser un producto autóctono, también existe la costumbre de añadir jamón ibérico a multitud de platos tradicionales. Así, es un perfecto complemento para el salmorejo, se come en algunos puntos junto al melón, culmina un buen plato de huevos fritos con patatas o es imprescindible para cualquier revuelto que se precie.
CÓMO IDENTIFICAR UN BUEN JAMÓN IBÉRICO
Debido a su calidad, es normal que un buen jamón ibérico sea algo más caro que otros productos cárnicos. Sin embargo, es importante aprender a distinguir si es de buena calidad porque precisamente por su fama, en ocasiones puedes gastarte un dinero por una pieza que no merezca la pena. Afortunadamente, en España contamos con el Real Decreto 4/2014, de 10 de enero, una norma que establece como debe distinguirse un producto de este tipo para identificar su calidad.

En base a esta normativa, lo primero que debes hacer al comprar un jamón ibérico es fijarte en el color de su etiqueta. Existen cuatro distinciones: La de color negro, significa que el jamón es 100 por cien de bellota ibérico; la de color rojo, en este caso es de bellota ibérico pero no 100 por cien; la verde, para los de cebo de campo ibérico; y finalmente, la blanca, para los jamones de cebo ibérico. De este modo, a primera vista ya podrás saber qué estás comprando.
OTROS DISTINTIVOS IMPORTANTES
Del mismo modo, y en base al etiquetado, se puede discernir la alimentación que ha llevado a cabo el animal. En este sentido, el Real Decreto hace tres distinciones: De bellota, cuando el animal se ha alimentado solo de bellota y demás recursos naturales; de cebo de campo, que se han alimentado de recursos de la dehesa donde viven pero también de piensos; y de cebo, que significa que solo se alimentan de pienso.
Además de por su etiquetado, hay otras características en las que debes fijarte a la hora de comprar un buen jamón ibérico. En este caso, otra muy visual para comprobar que es jamón ibérico y no un jamón serrano, es fijarte en la pezuña de la pata. En el caso de que sea ibérico, esta tendrá un color negro muy característico que se distingue del resto de pezuñas que suelen ser más blanquecinas.
La procedencia, puede ser también un sello de calidad, aunque no debe tomarse este de forma independiente, sino complementario a los anteriores. En este sentido, cabe señalar que las Comunidades Autónomas de Andalucía y Extremadura, junto a la provincia de Salamanca, son los mayores productores de jamón ibérico de España.