Soluciones para mejorar la accesibilidad en la segunda residencia

Según datos del INE, en España hay en torno a tres millones de segundas residencias, siendo Madrid, Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana las comunidades con mayor número

Usuario de silla de ruedas

El buen tiempo anima a parte de la población a cambiar su residencia habitual por su segunda vivienda que, generalmente, está ubicada en lugares costeros o zonas de montaña. De hecho, según datos del INE, en España hay en torno a tres millones de segundas residencias, siendo Madrid, Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana las comunidades con mayor número de estas.

En muchas ocasiones, estas viviendas se adquieren para su uso y disfrute personal. Sin embargo, parte de ellas también se compran con el objetivo de sacar rentabilidad gracias a su alquiler vacacional. En ambos casos, se hace necesario mejorar su accesibilidad para garantizar la inclusión de todas las personas, la comodidad y, también, para mejorar la rentabilidad y el valor de la propiedad en el caso de aquellas que se arrendan.

“Solamente el 1% de las viviendas en España cumple los criterios de accesibilidad universal. Frente al gran número de personas con movilidad reducida, la cifra es muy baja. Aunque el uso de segundas residencias no sea tan frecuente como la vivienda habitual, es igualmente importante adaptarla para mejorar en inclusión y, a su vez, revalorizar la propiedad”, declara Alberto Badás, marketing manager de Stannah España.

Solamente el 1% de las viviendas en España cumple los criterios de accesibilidad universal

Conscientes de la importancia de mejorar la accesibilidad tanto para propietarios como para arrendatarios de estas viviendas, Stannah España, fabricante líder mundial en movilidad, propone implementar soluciones para el interior y exterior de la vivienda.

Soluciones para el exterior

Es muy común encontrar segundas residencias que se valen de escaleras para acceder a la puerta principal, al garaje o a alguna de las zonas comunes. Dado que estas suponen una de las principales barreras arquitectónicas, es importante implementar soluciones para evitar este obstáculo. Así, las sillas salvaescaleras para exteriores responden a esta necesidad. En concreto, las sillas de Stannah están ideadas para resistir condiciones climáticas adversas, ya sean altas temperaturas, lluvia o heladas. De hecho, están fabricadas con plástico resistente a los rayos UV y un motor y batería a prueba de agua. En esta misma línea, es posible instalar plataformas salvaescaleras, para dotar a cualquier usuario de total autonomía en su uso, sin necesidad de desprenderse de su apoyo para la movilidad –como andadores o sillas de ruedas–.

Persona mayor con andador
Persona mayor con andador

Otra opción para el exterior son las rampas. Sin embargo, aunque su instalación está más extendida, es cierto que pueden resultar resbaladizas y, en ocasiones, demasiado empinadas para el acceso de personas con movilidad reducida.

En ese sentido, cabe destacar la importancia de instalar suelos antideslizantes, así como barras de apoyo que ofrezcan mayor estabilidad. Igualmente, se deben cuidar las puertas de acceso, que tienen que contar con el ancho suficiente para el paso de una silla de ruedas o un andador.

Soluciones para el interior

Aunque mejorar la accesibilidad dentro de la vivienda ayuda a mejorar la calidad de vida de muchas personas, también beneficia a nivel económico, ya que las soluciones de movilidad revalorizan la propiedad.

Así, en viviendas de dos o más pisos, cada vez es más común la instalación de un elevador unifamiliar. Estos son sin duda una gran inversión para aumentar el valor de mercado de la vivienda. “Su diseño e instalación han avanzado con el paso de los años para obtener el tipo de producto que hay ahora en el mercado. De hecho, ocupan muy poco espacio, son totalmente estéticos y, además, fáciles de instalar, lo que reduce el tiempo y los costes”, asegura el marketing manager de Stannah España.

Por otro lado, también hay que tener en cuenta la necesidad de eliminar ciertos obstáculos que puedan dificultar el paso de personas con movilidad reducida –alfombras, cables sueltos–, así como ajustar la altura de los muebles e instalar puertas correderas y barras de apoyo en lugares estratégicos como el baño.

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