El pasado 25 de febrero se cumplieron dos años del fallecimiento de Pablo Ráez. La historia de “El Gladiador” es una de las que marcan un punto y aparte. Pablo, nos dejó de cuerpo presente, pero su filosofía sigue viva en cada uno de nosotros.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos que, gracias a él y a su campaña a través de las redes sociales, las donaciones de médula aumentaron como nunca antes. Pablo, a través de su cuenta de Instagram, nos hizo ver a todos de la importancia de donar y de lo sencillo que era hacerlo. Pero además de ello, nos enseñó a ser fuertes, sobre todo, a aquellos que, como él, sufrían la enfermedad.
Lo triste no es morir, lo triste es no saber vivir.
Su filosofía de vida, su manera de enfrentar los momentos más difíciles con una sonrisa, nos hacía creer que todo tiene solución y que nunca, por muy duro que parezca el camino, hay que darse por vencido.
El gladiador nos contagió su positivismo, su naturalidad frente a la enfermedad, a la que consiguió ganar por dos veces, y aunque, desafortunadamente, en el año 2016 tuvo una recaída de la que no se pudo levantar, su legado y toda la ayuda que ha brindado a todos aquellos que la padecen, será eterno.