Por: Marcos Lechet
A aquellos que afirman en tono de queja que tener una discapacidad es una ventaja a la hora de conseguir empleo, si supieran que sólo un pequeño porcentaje de personas con discapacidad lo logran.
Que en muchas ocasiones te contratan sólo por cubrir un requisito legal en España y no tienen en cuenta tu discapacidad al trabajar. En otros casos te ponen en un mano a mano con tus compañeros oyentes, que al no haber tenido en cuenta tu limitación auditiva y no han adaptado el puesto a tu «discapacidad» se quejan entre dientes en los momentos de mayor faena o tensión. Al final, trabajas el doble y te agotas el doble tratando de prestar atención para no sentirte mal contigo mismo ni con los demás.
Regalo mis implantes cocleares, a aquellos que se quejan de que entras gratis a algunos eventos culturales por tu «discapacidad», eventos que no son accesibles en muchas ocasiones, que no puedes oír ni entender lo que dice el guía con tanto entusiasmo a los grupos, pues o no hay interprete de lengua de signos o no hay bucles para entender claramente lo que cuenta. Así que sólo miras, observas y te maravillas de tal o cual pintura, aquella que de niño veías en los libros del colegio y que sabes que pintó tal o cual personaje histórico, pero te estas perdiendo otros detalles y «secretos» que parece que sólo sabe el guía.
Regalo mis implantes cocleares, a aquellos que en los grupos de «amigos», cuando te sientes fuera de lugar y perdido ante «un millon» de bocas hablando al mismo tiempo, de ruidos de gente, de platos, vasos y cafeteras, de una de gambas al ajillo, de un vino para el caballero a todo volumen, va y te suelta «que bueno es no oír eh», «te apagas el aparato y ala»; «y tranquilo que no te pierdes nada, estamos hablando del trabajo o de organizarnos para una quedada en casa de Juan, o que buena que está Maria; y se ríen, y vas tú y asientes y sonríes porque todos sonríen y no quieres desentonar aunque por dentro no sabes por que demonios se ríen.
Regalo mis implantes cocleares, en las reuniones de padres, cuándo vas con tu hijo y que te sientes fuera de lugar. Te pierdes lo que dicen, en que no puedes participar, porqué no preguntas y no quieres parar la reunión para que te cuenten lo que no oyes y confías en que luego alguien te lo diga. Sí, es mas fácil concertar una cita a solas con el profesor, pero yo también quería poder participar cómo los demás papás.
Regalo mis implantes cocleares a los que siguen diciendo que tener una limitación auditiva es tener beneficios del Estado, que si te ahorras el impuesto de matriculación del coche, que suerte tienes macho. Suerte de llevar un vehículo con limitación de velocidad, de tener cuarenta mil ojos puestos en la carretera, porque como no oyes bien, tus ojos son tu vida y la de los demás. Y tu charlas y charlas mientras conduces, que escuchas música o la radio, lo que ocurre en el Mundo, el tiempo y lista de música de los 40 Principales. Yo sólo miro la carretera a través del cristal del coche y tres espejos.
Regalo mis implantes cocleares, para ti, que tienes mas acceso al empleo aunque me digas que no. Tienes más fácil que yo de superar una entrevista por una comunicación fluida. Por saber en que tono te habla el entrevistador y cuando intervenir o cuándo callar. Sin tener que estar alerta y bajo la presión que yo vivo de no perderme ninguna pregunta o contestar algo que no es.
Aunque seas ingeniero de caminos y el último trabajo que hay es de camarero, es mas probable que te lo den a ti que a mi. En muchas ocasiones el último trabajo que nos queda para nosotros son de friega platos mirando a una pared durante horas.
No te regalo mis implantes, te regalo mi sordera. Te regalo mi silencio, te regalo la pena que, a pesar de ser un luchador de la vida. me embarga a veces, de vivir no mi limitación, sino la incomprensión de gente como tú.