“No he encontrado donde poder hacer las prácticas por mi discapacidad”

Daniel Flaño, estudiante con discapacidad, estudia un máster de Periodismo en Santiago, donde no le dejan hacer prácticas a distancia

persona con discapacidad y asistente

Esta es la historia de Daniel Fiaño, un joven con discapacidad que cuenta como es su día a día para asistir a sus clases del máster de Periodismo que cursa en la facultad, al otro lado de la ciudad.

Para Dani, sus pies y sus manos son Sara, su asistente personal. Dani la necesita porque tiene una discapacidad física del 94%. Hoy la rampa del tren ha funcionado, y se ha podido subir sin problemas, pero normalmente estos accesos son un quebradero de cabeza.

Dani reclama que la Renfe le obliga adquirir sus billetes siempre con 24 horas de antelación, siempre y taquilla y con la duda de si quedarán billetes o no para las dos únicas plazas que hay en todo el tren para personas con discapacidad.

Durante las dos primeras semanas de clase, Sara y él tuvieron que hacer caminando un trayecto que supone cruzar toda la ciudad para llegar a la universidad. El motivo era que Daniel no podía subirse a los autobuses porque las rampas casi nunca funcionaban.

Ya en la universidad, Daniel confiesa que “el aula de informática está bien. Y la biblioteca la planta de abajo también. La de arriba… No sé si se puede subir. En A Coruña no se podía. Pero el resto bien”. Quizá una incomodidad: las mesas adaptadas están al final del aula, con lo que Sara y él se quedan un poco apartados de los compañeros.

El principal problema de Dani llega cuando llegó su periodo de prácticas. “No encontré donde poder hacer prácticas a distancia”, explica. Ninguna empresa estuvo a la altura de Dani en ningún momento, por lo que le chico decidió cambiar estos  créditos prácticos por teóricos. “Hay más gente que no hace prácticas porque hay varias salidas, la de investigación y la laboral”, explica.

La Universidade de Vigo, por su parte, cree que se podría dar una mejor respuesta a este colectivo si hubiese más personal técnico y un presupuesto para transporte adaptado o asistentes personales, entre otras necesidades. Vigo, este curso ha concedido ocho becas de integración por un importe de 11.120 euros. Son ayudas para la colaboración del alumnado en la integración de estudiantes con necesidades educativas especiales.

Sin embargo, como era de esperar, Daniel no es el único estudiante que sufre estos problemas en su día a día. En total más de 600 estudiantes matriculados en universidades gallegas tienen algún tipo de diversidad funcional. En la Universidad de Coruña son 137 las personas matriculadas que tienen un certificado de discapacidad del 33% o superior.

Mientras,  en la de Vigo, hay 216 personas que también cuentan con una exención de matrícula por motivo de discapacidad. De estos casi 70 están dentro del programa de integración de universitarios con necesidades especiales, mientras que el 60% tienen una discapacidad psicopedagógica.

 

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