Muchas son las voces que apuntan a que el dinero en efectivo está a punto de desaparecer. La mayoría se basan en que este método de pago ha caído en desuso en los últimos años, y no les falta razón. Las tarjetas bancarias y aplicaciones móviles como Bizum han proliferado de tal forma, que han llegado incluso a manos de las personas menos habilidosas con las nuevas tecnologías.
Y es que la funcionalidad y facilidad de uso de los nuevos métodos es difícilmente comparable con el manejo constante de monedas y billetes. De hecho, ya hay países que están marcando la senda hacía esta desaparición total del dinero en efectivo y viven sin usarlo. Es el caso de Suecia, Noruega o Canadá, donde el uso del metálico es apenas residual, llegando al punto de estar prohibido en algunos comercios.
En España, no existe un plan específico por parte del Estado para poner fin al dinero en efectivo. Pues en otros países, la administración ya ha tomado partido y ha ido ayudando a que el proceso se acelere. Sin embargo, lejos de tener, al menos abiertamente expuesta, una estrategia de este tipo, lo cierto es que sí hay normativa que aboga por el uso de otras formas de pago.
Concretamente, la normativa fiscal está acotando cada vez más es uso de monedas y billetes, y la consecuencia de esto, es que muchas personas van a dejar de usar. El objetivo a priori, es controlar las posibles estafas al fisco. Es decir, Hacienda necesita controlar los movimientos de dinero en efectivo cuya procedencia no esté justificada. El problema, es que se ha aprovechado esta transición para aprobar una normativa más restrictiva que no a todos convence.
LA LEY IMPIDE PAGAR MÁS DE 1.000 EUROS CON DINERO EN EFECTIVO
Aunque la transición hacia el uso de las nuevas tecnologías como método para pagar comenzó hace bastantes años, la pandemia supuso un punto de inflexión que ha acelerado el proceso. Durante la crisis sanitaria, una de las recomendaciones más sonadas fue la de evitar el uso del dinero en efectivo por miedo al contagio mediante el contacto. Este suceso, obligó a muchas personas a familiarizarse con el pago con tarjeta o mediante aplicaciones móviles.
Aprovechando este suceso, el Gobierno de España limitó el pago en efectivo pudiéndose justificar en el menor uso que de él hacía los españoles. Cabe recordar, que hasta el año 2021, se podían pagar hasta 2.500 euros en efectivo para comprar un producto o contratar un servicio. Sin embargo, en julio de 2021 entro en vigor la ley antifraude que recoge que a partir de ese momento, el límite de dinero en efectivo que se puede pagar es de 1.000 euros.
Es importante destacar, que se trata de una medida que concierne en exclusiva a empresarios y profesionales. Esto significa, a personas que hacen cualquier tipo de negocio. Por tanto, no hay problema si el intercambio es entre particulares. Aún así, la medida no caló del todo al establecer muchos consumidores que era un límite muy bajo. Pues en realidad, hoy en día casi cualquier teléfono móvil u ordenador, cuesta esa cantidad, que por tanto, es imposible pagar en metálico.
CONSECUENCIAS DE PASAR ESE LÍMITE
Una aclaración importante es que la prohibición gira en torno a pagar los 1.000 euros en una misma operación. Es decir, una persona puede pagar esa cantidad en diferentes productos y servicios en metálico. Sin embargo, si se hace un solo pago, la ley recoge una serie de multas a las que tanto el que paga como el que recibe el dinero, están expuestos.
Y esta es quizás una de las cosas más curiosas. Pues en caso de infracción, los sancionados serán las dos partes que forman parte de un pago. No obstante, la parte que recibe puede quedar exenta de la multa si denuncia al pagador antes de recibir el dinero. Caso extraño, pero que es contemplado por la normativa como excluyente.
En cuanto a la sanción, dependerá del importe que se haya pagado. Es decir, la ley contempla que la cuantía de la multa sea el 25 por ciento de la cantidad que se pagó. Por tanto, dependiendo del importe de dinero en efectivo que se haya utilizado en la transacción, así será la multa impuesta al o los responsables.