La Unión Europea lleva unos meses trabajando en un sistema de reconocimiento mutuo, cuya base se plasma en una Tarjeta Europea de Discapacidad, cuya principal función es facilitar los viajes de personas con discapacidad a países de la UE.
En la actualidad, no existe reconocimiento muto de la condición de discapacidad entre los Estados miembros, algo que dificulta los desplazamientos de las personas con discapacidad entre países de la Unión. Un ejemplo, sería que no se les reconoce sus tarjetas de discapacidad nacionales, viéndose desamparados a la hora de llegar a un país que forma parte de la Unión Europea.
Esta tarjeta garantiza el acceso a determinadas ventajas, sobre todo en cultura, ocio, deporte y transportes. Dicha tarjeta tendrá reconocimiento mutuo en todos los países de la UE que quieran participar en este programa de forma voluntaria.
En 2016 se llevó a cabo una fase piloto del proyecto, donde estos ocho países ya se sumaron en esta iniciativa: Bélgica, Chipre, Estonia, Finlandia, Italia, Malta, Eslovenia y Rumanía. Estos países fueron los seleccionados tras una convocatoria de propuestas para apoyar proyectos nacionales sobre una tarjeta europea de discapacidad reconocida por todos.
La fase piloto está formada actualmente por 17 Estados miembros y por distintas organizaciones de la sociedad civil. La tarjeta no modifica en ningún momento los criterios o normas nacionales de admisibilidad.
Sin embargo, los estados miembros se reservan quienes pueden optar a la tarjeta, aplicando su propia definición de discapacidad, y a determinar el procedimiento de expedición.