El perro es sin duda el mejor amigo del hombre y en este caso no iba a ser menos. James, un niño con autismo de 12 años de la ciudad neozelandesa de Wellington, su perro Mahe es su «vida».
James no puede hablar e intenta no tener contacto con su familia, incluso el visual. Sin embargo, puede juntarse alegramente a Mahe. «Mahe es su mejor amigo, lo es todo para él», explicó Michelle, la madre de James a Stuff.co.nz
Tanto es su mascota Mahe para James, que le fue permitido estar junto a él en el hospital infantil de Wellington cuando el niño fue a realizarse unas pruebas que le causan crisis de ataques.
Cuando su dueño llegó anestesiado «él solo podía mirarlo fijamente, con verdadera preocupación». Mientras la madre de James esperaba a que el escáner del pequeño terminase, Mahe también calmó en esos momentos a la madre.
Mahe cambió la vida a toda la familia cuando llegó: «No podíamos ir ni a tomar un café. James se ponía muy nervioso y quería irse inmediatamente. Pero cuando Mahe llegó James se sentaba ahí esperando a que termináramos nuestros cafés», explica Michelle.
EL AUTISMO IMPACTA SOCIALMENTE
El autismo afecta de manera fundamental a la esencia social del individuo y a su capacidad para responder adaptativamente a las exigencias de la vida cotidiana, según sostiene, a la vez que precisa que el TEA impacta no sólo en la persona sino también en su familia, y en la calidad de vida de todos sus miembros.