Las residencias de personas mayores con dependencia personal han sido de las más perjudicas por la pandemia del Covid-19. Así lo aseguran los profesionales, que señalan que el aislamiento de estas personas con dependencia por el Coronavirus ha acelerado su deterioro cognitivo y físico.
Lo confirma el demógrafo y actual director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Centro Superior de Investigaciones Científicas (IEGD-CSIC) Diego Ramiro.
«Los mayores sienten que son una población de alto riesgo de muerte y han estado aislados mucho tiempo sin contacto con otras personas, lo que acelera el deterioro cognitivo; a ello se suma un deterioro del estado físico al no poder dar paseos o estar al aire libre. Y las carencias afectivas que ha provocado el confinamiento los ha llevado a vivir situaciones angustiosas», ha asegurado el experto.
Área de trabajo sobre la dependencia
En este sentido, Diego Ramiro marca tres proyectos sobre el Covid-19 y las residencias a la hora de trabajar sobre la dependencia. Todos ellos se incluyen dentro de la Plataforma Salud Global, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los tres pilares del trabajo son:
- Elaborar un censo de centros y residentes en España.
- Conocer cómo han afrontado el confinamiento las personas mayores que viven dentro y fuera de las residencias.
- Analizar los perfiles de riesgo frente al SARS-CoV-2.
Cuando hablamos del censo en las residencias, Diego Ramiro deja claro que «no se trata de un censo oficial, porque en España no tenemos ni un censo de residencias ni de residentes, pero ahora mismo es la fuente de referencia para conocer estos datos, que son esenciales en situaciones como la actual».
Antonio Abellán, profesor de investigación del IEGD-CSIC, ha sido el coordinador de este proyecto. El trabajo se ha centrado en realizar un cuestionario a los mayores residentes en situación de dependencia. Para ello han enviado un cuestionario entre septiembre y diciembre de 2020 a los más de 5.500 centros geriátricos que hay en el país.
«Estos datos nos permiten tener un censo actualizado de estos centros, algo que lleva elaborando el CSIC desde hace 18 años a través de encuestas bianuales», añade.
Otras de las bases de este proyecto ha sido realizar una encuesta a personas mayores que viven fuera y dentro de las residencias. «El objetivo en este caso es conocer cómo han afrontado el confinamiento por la covid-19 y las consecuencias de la primera ola de la pandemia». La encuesta, que es bastante amplia, está coordinada por el profesor de investigación del CSIC, Vicente Rodríguez.
Encontrar los perfiles de riesgo en las residencias con dependencia
La tercera investigación, que se acaba de iniciar, busca analizar los perfiles de riesgo entre quienes viven en las residencias de personas mayores. El trabajo se conoce como proyecto Branyas, en honor a María Branyas, la mujer más longeva de España que ha conseguido superar la covid-19 a pesar de sus 113 años.
Este trabajo quiere establecer perfiles de riesgo de enfermar o fallecer como consecuencia del Covid-19. Para ello, cuentan con una muestra de 3.161 individuos de población de edad avanzada (incluidos los fallecidos por la covid-19) de 32 centros geriátricos de Cataluña.
Este último proyecto, que cuenta con la colaboración de la Farmacia de Dalt, obtendrá datos a partir del análisis de tres perfiles de riesgo. Estos son uno sociodemográfico, uno biológico, y uno biológico ampliado. Este último añadirá información sobre cuestiones como la microbiota intestinal, la vacunación y aspectos relacionados con la inmunidad.
Por ello, según explica Ramiro, se aborda como un proyecto «multidisciplinar», en el que participan expertos del CSIC como la viróloga Margarita del Val, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC); un grupo de investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC-UAM); y el propio grupo del IEGD-CSIC.
«Construir perfiles de riesgo individuales»
«El objetivo es construir perfiles de riesgo individuales diseñados para predecir tres eventos: la infección por covid-19; la evolución de la infección con o sin síntomas; y la muerte», asegura el demógrafo. Además, señala que con esta información se pretenden diseñar medidas de protección más efectivas y adaptadas al riesgo de cada individuo.
A largo plazo, la pandemia provocará «un deterioro de la salud futura de quienes han sufrido de una manera más grave la enfermedad». Esto provocará mayores tasas de dependencia, lo que se traducirá en un mayor gasto sanitario. También se producirá un estancamiento o crecimiento menos pronunciado de la esperanza de vida en las próximas décadas.
Por ello, asegura que «para poder hacer predicciones lo más certeras posibles sería necesario realizar estudios de seguimiento a diferentes grupos de población, no solo mayores, sino también embarazadas o niños, por ejemplo. Estos datos se deberían poner a disponibilidad de la comunidad científica en su conjunto y, además, serían de especial relevancia para el Gobierno de cara a planificar el gasto sanitario futuro».
Los hijos, más tarde por la pandemia
En relación a la situación demográfica en crisis graves como la actual, ha explicado que las parejas deciden retrasar el momento de tener hijos y, dependiendo de cuánto dure la crisis, «esto llevará a un retraso que en algunas parejas significará renunciar a ello». En este sentido, ha abundado que «la crisis económica que provocará la pandemia no augura una recuperación rápida de la fecundidad, sino más bien un mantenimiento en niveles muy bajos durante unos años».
Además, según ha detallado, durante las crisis se produce una reducción significativa de los movimientos poblacionales. «Aunque todavía estamos en medio de la pandemia y es difícil tener una perspectiva completa del efecto que tendrá en relación a los años de vida perdidos y en la caída de la esperanza de vida, las estimaciones con los datos de la primera ola de la pandemia mostraban una caída general en la esperanza de vida en España de 0,8 años tanto para hombres como para mujeres. Y, evidentemente, aquellas regiones que se han visto más afectadas han tenido una caída mayor, por ejemplo, de 2,7 años entre los hombres en Madrid», ha concluido.