Los pacientes con COVID-19 pueden sufrir daño pulmonar y cardíaco a largo plazo pero, para muchos, este tiende a mejorar con el tiempo, según el primer seguimiento prospectivo de pacientes infectados por el coronavirus, presentado en el Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Respiración.
Investigadores en el ‘punto caliente’ de COVID-19 en la región tirolesa de Austria reclutaron pacientes consecutivos con coronavirus para su estudio, que fueron hospitalizados en la Clínica Universitaria de Medicina Interna en Innsbruck, el Hospital St Vinzenz en Zams o el centro de rehabilitación cardiopulmonar, en Münster ( Austria). En su presentación al congreso virtual han informado sobre los primeros 86 pacientes inscritos entre el 29 de abril y el 9 de junio, aunque ahora cuentan con más de 150 pacientes participando.
Se programó que los pacientes regresaran para su evaluación seis, 12 y 24 semanas después de su alta del hospital. Durante estas visitas se realizaron exámenes clínicos, análisis de laboratorio, análisis de las cantidades de oxígeno y dióxido de carbono en sangre arterial, pruebas de función pulmonar, tomografías computarizadas (TC) y ecocardiogramas.
Deterioro pulmonar por COVID-19
En el momento de su primera visita, más de la mitad de los pacientes tenían al menos un síntoma persistente, sobre todo disnea y tos, y las tomografías computarizadas aún mostraban daño pulmonar en el 88% de los pacientes. Sin embargo, en el momento de su siguiente visita 12 semanas después del alta, los síntomas habían mejorado y el daño pulmonar se redujo al 56%. En esta etapa, es demasiado pronto para tener resultados de las evaluaciones a las 24 semanas.
«La mala noticia es que las personas muestran deterioro pulmonar por COVID-19 semanas después del alta; la buena noticia es que el deterioro tiende a mejorar con el tiempo, lo que sugiere que los pulmones tienen un mecanismo para repararse a sí mismos», señala la doctora Sabina Sahanic, estudiante de doctorado clínico en la Clínica Universitaria de Innsbruck y parte del equipo que llevó a cabo el estudio, que incluye al profesor asociado Ivan Tancevski, la profesora Judith Löffler-Ragg y el doctor. homas Sonnweber.
La edad media de los 86 pacientes incluidos en esta investigación fue de 61 años y el 65% eran varones. Casi la mitad de ellos eran fumadores o exfumadores y el 65% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 tenían sobrepeso u obesidad. Dieciocho (21%) habían estado en una unidad de cuidados intensivos (UCI), 16 (19%) habían tenido ventilación mecánica invasiva y la duración promedio de la estadía en el hospital fue de 13 días.
Un total de 56 pacientes (65%) mostraron síntomas persistentes en el momento de su visita de seis semanas; La dificultad para respirar (disnea) fue el síntoma más común (40 pacientes, 47%), seguido de la tos (13 pacientes, 15%). En la visita de 12 semanas, la disnea había mejorado y estaba presente en 31 pacientes (39%), pero 13 pacientes (15%) seguían tosiendo.
Mejora de la inflamación
Las tomografías computarizadas mostraron que la puntuación que define la gravedad del daño pulmonar general disminuyó de ocho puntos a las seis semanas a cuatro puntos a las doce semanas. También mejoró el daño causado por la inflamación y el líquido en los pulmones causado por el coronavirus, que aparece en las tomografías computarizadas como manchas blancas, estuvo presente en 74 pacientes (88%) a las seis semanas y 48 pacientes (56%) a las 12 semanas.
En la visita de seis semanas, los ecocardiogramas mostraron que 48 pacientes (58,5%) tenían disfunción del ventrículo izquierdo del corazón en el punto en que se relaja y dilata (diástole). Los indicadores biológicos de daño cardíaco, coágulos de sangre e inflamación fueron todos significativamente elevados.
La doctora Sahanic ha explicado que no creen que la disfunción diastólica del ventrículo izquierdo sea específica de COVID-19, «sino más bien un signo de la gravedad de la enfermedad en general. Afortunadamente, en la cohorte de Innsbruck, no observamos ninguna disfunción cardíaca grave asociada al coronavirus en la fase posaguda. La disfunción diastólica que observamos también tendió a mejorar con el tiempo», ha añadido.
A su juicio, «los hallazgos de este estudio muestran la importancia de implementar una atención de seguimiento estructurada para los pacientes con infección grave por COVID-19. Es importante destacar que la TC reveló daño pulmonar en este grupo de pacientes que no fue identificado por las pruebas de función pulmonar –ha resaltado–. Saber cómo los pacientes han sido afectados a largo plazo por el coronavirus podría permitir que los síntomas y el daño pulmonar se traten mucho antes y podría tener un impacto significativo en las recomendaciones y consejos médicos adicionales».
En una segunda presentación en el congreso, Yara Al Chikhanie, estudiante de doctorado en la clínica Dieulefit Santé para rehabilitación pulmonar y el laboratorio Hp2 de la Universidad de los Alpes de Grenoble (Francia), ha explicado que cuanto antes los pacientes con COVID-19 comiencen un programa de rehabilitación pulmonar después de salir de los ventiladores, mejor y más rápida su recuperación.
Pérdida muscular severa
Los pacientes con COVID-19 grave pueden pasar semanas en cuidados intensivos con respiradores. La falta de movimiento físico, además de la infección e inflamación severas, conduce a una pérdida muscular severa y los músculos para respirar también se ven afectados, lo que debilita la capacidad respiratoria. La rehabilitación pulmonar, que incluye ejercicios físicos y consejos sobre el manejo de los síntomas, incluida la dificultad para respirar y el trastorno de estrés postraumático, es fundamental para ayudar a los pacientes a recuperarse por completo.
Al Chikhanie utilizó una prueba de marcha para evaluar el progreso semanal de 19 pacientes que habían pasado un promedio de tres semanas en cuidados intensivos y dos semanas en una sala de pulmón antes de ser trasladados a la clínica Dieulefit Santé para rehabilitación pulmonar.
La mayoría aún no podían caminar cuando llegaron y pasaron un promedio de tres semanas en rehabilitación. Al principio, podían caminar una media del 16% de la distancia que, en teoría, deberían poder caminar normalmente si estaban sanos. Después de tres semanas de rehabilitación pulmonar, esto aumentó a un promedio del 43%, lo que fue una ganancia significativa, pero aún así una discapacidad grave.
Rehabilitación pulmonar
«El hallazgo más importante fue que los pacientes que fueron admitidos a rehabilitación pulmonar poco después de salir de cuidados intensivos, progresaron más rápido que aquellos que pasaron un período más largo en la sala de pulmones donde permanecieron inactivos –ha asegurado Al Chikhanie–. Y cuanto antes comenzara la rehabilitación y más tiempo duró, más rápido y mejor fue la mejora en la capacidad de caminar y respirar de los pacientes y la ganancia muscular». Pero a pesar de la mejora significativa, el período promedio de tres semanas de rehabilitación no fue suficiente para que se recuperaran por completo.
«Estos hallazgos sugieren que los médicos deben comenzar la rehabilitación lo antes posible, que los pacientes deben tratar de pasar el menor tiempo posible inactivos y que deben inscribirse con motivación en el programa de rehabilitación pulmonar –ha resumido–. Si sus médicos consideran que es seguro, los pacientes debe comenzar los ejercicios de fisioterapia mientras aún se encuentra en la sala de pulmones del hospital».