La barriada de El Palo es una de las más populares del distrito este de Málaga capital. Entre sus características más reseñables se hallan los espetos de sardina en los meses sin ‘r’, sus casitas bajas, icónicas de los barrios pesqueros, y la bondad de su gente. Además, otro signo inequívoco es el fútbol, seña de identidad y cuna de varios jugadores que han logrado llegar a la élite, empujados por el ánimo y el fervor de la afición en el estadio ‘Nuevo San Ignacio‘. A escasos metros de la entrada a ese campo, donde cada día miles de niños recrean regates de sus ídolos, aparece Luis, empujando su silla de ruedas y bajo el previo aviso de que se iba a retrasar «un minuto» más de la hora prevista. Allí, en una cafetería ‘paleña‘, Tododisca será testigo de una historia que ojalá se haga realidad, porque está lejos de ser una utopía.
Luis Troughton es malagueño, aunque su apellido pueda generar algún atisbo de duda inicial. Ha crecido en el barrio de El Palo y estudió en el Colegio San Estanislao de Kostka, un centro escolar muy conocido en la zona, donde forjó sus amistades. Él mismo se define como «una mezcla de varias cosas diferentes que no tienen ningún tipo de conexión entre ellas«, La explicación a esta auto – definición radica en que, con el paso de los años, este joven sigue haciendo «las cosas que a mí me gustaban de niño». Y no distan de las de cualquier otra persona de su edad; sin embargo, la vida de Luis ha estado marcada por la valentía, el coraje y la fuerza, tres pilares que ha tenido que ir forjando desde que se vio obligado a ser independiente en una silla de ruedas con apenas tres años.
Agenesia lumbosacra. Ese es el nombre y el apellido de la compañera de vida de Luis. Se trata, junto con la espina bífida, de uno de los tipos que componen el Síndrome de Regresión Caudal. Es una «malformación congénita, que se produce en torno a la novena o décima semana del embarazo«, explica el propio Luis. Todavía no tiene una explicación científica, pero este joven narra que su origen se debe a que «la señal de formar la columna vertebral se corta, por algún motivo». Sin embargo, este testimonio sensato y maduro coincide plenamente con la capacidad de Luis para reinventarse y adaptarse a «lo que toca»: ha finalizado la carrera de Ciencias Ambientales en la Universidad de Málaga, formándose en el área de Paleontología, donde ya ha realizado algunos trabajos; es profesor de ajedrez en una academia online, en la que enseña a otros alumnos de distintas edades; y, finalmente, es firme candidato a acudir a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles en 2028 con la selección española de waterpolo o natación, aunque «por qué no las dos», sonríe.
«Soy una mezcla de varias cosas diferentes que no tienen ningún tipo de conexión entre ellas; me gusta seguir haciendo las cosas que me gustaban de niño»
Agenesia lumbosacra, un diagnóstico que aceptar
La vida de Luis no ha cambiado. Siempre ha sido la misma. El embarazo de su madre tampoco destacó por ser extraño ni presentar síntomas más allá de los habituales, hasta que despertó de la cesárea que originó la llegada al mundo de su hijo. En ese momento, una agenesia lumbosacra sacudió de lleno a la familia Throughton Jurado, que se enfrentaban cara a cara a una de las situaciones más complejas que la vida les podía ofrecer: «con el paso del tiempo he hablado con mis padres sobre aquel momento y fueron momentos de mucha incertidumbre«, confirma. Además, revela el propio Luis, que la tensión se incrementaba en aquella época debido a que una prima suya nació con apenas 36 horas de diferencias, y en su caso sí que los médicos sospechaban de la presencia de alguna malformación en el feto; paradójicamente, «el que vino con una discapacidad fui y yo y ella salió totalmente sana», asevera.
Tras probar un poco de su bebida, con hielo, para combatir las altas temperaturas propias del mes de agosto en la capital de la Costa del Sol, Luis continúa su testimonio sobre la enfermedad que padece. A día de hoy presenta un grado de discapacidad del 84% y lleva desde los tres años sentado en una silla de ruedas, momento en el que aprendió a ser lo más independiente posible y «a moverse por sí mismo», como le enseñaban sus padres: «la silla era más grande que yo, pero tenía aprender a manejarla cuanto antes; la necesito sí o sí para todo porque son mis piernas«, asienta. Y ahora, 24 años después, puede gritar orgulloso que «la práctica hace al maestro» y ha aprendido a sobreponerse de un importante revés que la vida le tenía preparado desde antes de nacer.
El carácter de Luis se ha forjado a base de esfuerzo y superación; de hecho, se siente «agradecido» a su enfermedad porque es lo que le ha convertido ser en la persona que es hoy en día, como afirma. Lejos de huir o rehusar explicaciones sobre su situación, las expone con un temple, serenidad y calma impactantes, hasta el momento de tildar de «chula» a la silla de ruedas en la que se encuentra subido desde los tres años de edad. Este tipo de síndrome de regresión caudal que le afectó en las primeras semanas de embarazo y del que nadie tenía sospechas ha cimentado las bases para que su familia haya aprendido a no tratarle de forma diferentes desde el primer segundo: «conforme iba creciendo yo quería jugar, reírme y andar; se dieron cuenta que no me tenían que tratar de ninguna otra manera«, recuerda.
«Con el paso del tiempo he hablado con mis padres y mi familia sobre aquel momento y fueron momentos de mucha incertidumbre»
El deporte, un aspecto «fundamental» para Luis
Luis estaba disfrutando de un día familiar y de una barbacoa en casa de sus abuelos cuando, de repente, se cayó a la piscina «con la silla y todo Me hundí y no podía salir». Tenía apenas cuatro años. La rápida actuación de su padre, que no dudó en sumergirse para rescatar a su hijo, evitó males mayores; no obstante, este joven desarrolló un miedo y respeto por el agua que se prolongó en el tiempo hasta los ocho años de edad. Hoy es campeón de España de natación en la modalidad de braza. Para ello, para volver a serlo y competir en el campeonato de Europa de paranatación y-ojalá- participar con la selección nacional en los Juegos Paralímpicos de 2028 de Los ´Ángeles, Luis entrena unas «siete u ocho sesiones por semana», además de «tres días de gimnasio y dos días más de cardio».
El deporte, «más que un refugio, para mí ha sido fundamental«, relata Luis. Con valentía y sinceridad expone uno de sus momentos más complejos sobrellevando el peso de una agenesia lumbosacra y estando en una silla de ruedas durante toda su vida: «cuando eres adolescente sí que se pasa mal cuando te ves en una situación en la que la mayoría de la gente no tiene que verse; no todas las miradas no son agradables y ahí cuesta aceptarse«. Ese momento, precisamente, fue el que empujó a Luis a ‘lanzarse a la piscina‘ y recuperar la «autoestima y confianza» en sí mismo: «empezaba a entrenar y me sentía bien, veía a gente como yo haciendo locuras y yo quería ser como ellos», explica. De hecho, la natación, modalidad en la que ha desarrollado su potencial como deportista, es el área que más y mejor ha «construido mi mentalidad y mi personalidad del día de hoy«.
Luis relata su testimonio desde la verdad más auténtica. Se le nota en la voz, la mirada y en la firmeza de sus palabras: «estoy muy agradecido al deporte, sin él no sería la persona que soy«. Su trayectoria no ha sido sencilla y se ha tenido que enfrentar a importantes barreras a lo largo de este camino; también a muchos ‘no vas a poder‘ o ‘no vas a ser capaz de conseguirlo‘. Pero él ha podido y ha sido capaz de poner en la natación «los cimientos sobre los que construir mi vida«. Del mismo modo, este joven malagueño es ahora un ‘crack‘ bajo el agua y en competiciones de natación, que se prepara en el Club de Natación de Terrassa para competir al más alto nivel; su idea, precisamente, es trasladarse a vivir allí unos años porque «el deporte tiene fecha de caducidad» y hay que saber exprimirlo. A sus 27 años, lleva 11 practicando este deporte, a pesar de algunas malas lenguas le decían que iba con demora: «he dado lo mejor de mí y ha recogido esos frutos; a los que decían que iba tarde, lo siento pero se equivocaban«, asevere Luis, feliz. Finalmente, añade: «en el deporte y en la vida no tenemos siempre el control y, una vez, que lo aceptamos, todo cambia».
«Cuando eres adolescente sí que se pasa mal cuando te ves en una situación en la que la mayoría de la gente no tiene que verse; no todas las miradas no son agradables y ahí cuesta aceptarse»
«Trabajar y no rendirse», el secreto de Luis
27 años de edad. 24 de ellos, sentado en una silla de ruedas. Se vio instado a «bajar el pie del acelerador de los estudios para pisar el acelerador del deporte«. Y una sonrisa que no se le borra de la cara durante todo el tiempo que Luis Troughton Jurado atiende a Tododisca en el barrio de El Palo de Málaga. Su barrio. Igualmente, el secreto para lidiar con este Síndrome de regresión caudal, de tipo agenesia lumbosacra, no esconde mucho misterio: «trabajar y no rendirse, además de creer en mí y no venirme abajo cuando las cosas no iban bien«. Pero también consiste en dar lo mejor de sí mismo para «tener la conciencia tranquila», lo que para Luis es «la clave» de su carrera deportiva, pero también de las diferentes etapas a las que se enfrenta en su vida.
«Aquí no entras», le han llegado a decir a Luis a la hora de acceder a un cine por el simple hecho de portar una silla de ruedas: «lejos de sentirme mal, esas situaciones me dan más fuerzas porque me enseñan que todavía hay mucho camino por delante para luchar a nivel social«. Y esa es otra de las complejas realidades a las que se enfrenta el colectivo de la discapacidad: desde barreras arquitectónicas, lugares inaccesibles para todas las personas o una sociedad poco preparada para ser inclusiva. Luis avisa que nadie está exento del devenir de la vida y que como estamos bien, nunca nos va a pasar nada», pero también avisa que «cualquier persona en algún momento de su vida puede tener una movilidad reducida, permanente o temporal«.
Por ello, precisamente, el propio Luis pone en valor su «suerte» de haber nacido con esta patología y no haberse enfrentado al «shock» de una discapacidad sobrevenida, como le ha ocurrido a algunos de sus compañeros de natación. Finalmente, este joven nadador, con un prometedor futuro como deportista paralímpico, lamenta que ha conocido «a personas con discapacidad con miedo a hacer cosas», algo que también hila con una «sobreprotección natural» de los progenitores. Sin embargo, nadie mejor que él para lanzar el siguiente mensaje: «si una persona con discapacidad es valiente para decir que quiere hacer alguna cosa, que no le desanimen; dale valor, anímalo y ayúdale a hacerlo«, concluye. Luis se termina su bebida y sale del establecimiento esquivando sillas con una pasmosa facilidad para marcharse a casa a seguir preparándose. El campeonato de Europa y los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles le esperan.
«Si una persona con discapacidad es valiente para decir que quiere hacer alguna cosa, que no le desanimen; hay que darle valor, animarlo y ayudarle a hacerlo»