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Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar

Un cáncer colorrectal, con metástasis en los huesos de la columna vertebral, privó a Beatriz de volver a caminar cuatro años después de obtener su plaza como maestra

Álvaro Gutiérrez del Álamo López Álvaro Gutiérrez del Álamo López
17/09/2025 14:30
Entrevistas
Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación

Beatriz B. es graduada en magisterio por la Universidad de Málaga (UMA) desde el año 2008. Con el título en la mano, decidió marcharse unos meses a Irlanda «a practicar un poquito el idioma», puesto que es maestra de inglés. A su regreso a España, se puso manos a la obra y comenzó a prepararse unas oposiciones que le garantizasen una plena estabilidad laboral. En el primer intento aprobó el examen, pero no le dio para sacarse plaza, aunque sí para hilar contratos como «interina» en varios centros escolares de primaria y de adultos por toda Andalucía y Madrid, «moviéndome de acá para allá«, como ella misma explica. Finalmente, en el año 2017, Bea -como le gusta que le llamen- obtiene plaza como profesora tras haber superado las arduas oposiciones a las que se enfrentaba. Se encontraba «sin un destino fijo, pero muy contenta«.

Sin embargo, la profesión de Bea no le permitía augurar que la mayor lección de su vida no la iba a impartir en un aula de algún colegio en el que fuese destinada. Sin apenas tiempo para asimilar su nueva situación, iba a demostrarse a sí misma y a quien estuviese a su lado que la fortaleza, valentía y tenacidad van más allá de combatir contra un grupo de niños en un recreo: Bea le está plantando cara a un cáncer. Recuerda que era verano del año 2019 cuando le empezó a «doler muy fuerte, muy fuerte» la zona izquierda, a la altura de la ingle, que se acompañaba, en ocasiones, de sangrado. Ante esta tesitura, Bea acude a urgencias donde una colonoscopia pone de manifiesto el fatal diagnóstico, que eriza la piel sólo de escucharlo: cáncer colorrectal.

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Bea, en sesión de rehabilitación / Imagen cedida

La enfermedad le insta a pedirse una baja del trabajo cuando apenas llevaba dos años disfrutando de su plaza como profesora de inglés, con el objetivo de someterse a diversos tratamientos para tratar de ganar la batalla al tumor que le habían detectado. Las primeras sesiones de radioterapia fueron complicadas de digerir: «es duro y me causó bastante dolor; estuve un mes así«, expone. En enero, Bea pasa por quirófano para que le quiten «la parte del recto» y se somete, ahora, a un tratamiento de quimioterapia «que se supone que es preventiva», declara. Estas sesiones le sentaron «muy mal», pero no por ello le agria el carácter: «el tratamiento era en época covid y yo ni me enteraba porque estaba todo el día encerrada«, bromea.

«Terminé la carrera de magisterio en el año 2008, obtuve plaza como profesora en 2017 al aprobar las oposiciones y en 2019 tuve que pedirme la baja por un cáncer colorrectal».

Metástasis, un nuevo revés

En la sala de rehabilitación de Aspaym -Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas- de Málaga, Tododisca está siendo testigo de un imponente testimonio. Bea narra en primera persona cómo y cuando le detectaron el cáncer colorrectal que le obligó a solicitar la baja del trabajo, que ejercía desde que finalizó la carrera de magisterio y, esencialmente, desde que logró aprobar las oposiciones en 2017. Con el paso del tiempo, y tras haber entrado ya en quirófano, Bea siente que «la zona de la ingle» cada vez le empieza a doler «más y más», por lo que los facultativos optan por hacer una prueba de imagen para entender la procedencia de esas molestias, ponerle nombre y apellido y, finalmente, tratar de abarcarlo para eliminar ese dolor.

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El resultado de esta radiografía no fue del todo revelador: «sale que tengo algo ahí, parece que infectado«, explica Bea. La zona que le causaba tanto dolor en esta ocasión era el psoas, «que es el músculo que se encarga de mover toda la pierna», subraya. No obstante, ante la persistente sensación de dolor y la alta probabilidad de infección, Bea fue sometida a un tratamiento antibiótico para tratar de frenar esas desagradables molestias, pero también fue en vano porque «yo seguía rabiando de dolor». Ante esta incertidumbre, los médicos que la atendían decidieron ingresarla de nuevo en el hospital para hacerle otro TAC -Tomografía Axial Computarizada- y una biopsia, que sí definieron y pusieron de relieve la causa que le originaba tanto dolor a Bea.

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Bea, durante un ejercicio en la sede de Aspaym Málaga / Imagen cedida

Estas últimas pruebas dejaron en evidencia que el cáncer se había reproducido, ocasionando una metástasis en el psoas de su pierna izquierda: «ya medía muchísimo, en torno a los seis o siete centímetros«. Bea recuerda que era el año 2020, pero debido a que ingería medicación «muy alta» para combatir el fuerte dolor que padecía, reconoce que tiene «recuerdos muy difuminados«. Sin embargo, sí es capaz de rememorar que fue sometida a otro tratamiento de radioterapia y quimioterapia, que le volvió a afectar en demasía: «si la primera vez me sentó fatal, esta ni te cuento», destaca Bea en un valiente testimonio a Tododisca. Ante esa situación de «desesperación total», esta joven malagueña buscaba soluciones donde fuese para dar con la tecla de su enfermedad: «me fui de la sanidad privada a la pública, donde me hicieron más pruebas y me metieron en un ensayo clínico«, confirma. Bea tenía 33 años.

«Me hicieron un TAC y una biopsia para conocer de dónde procedía mi dolor, y ahí se reveló que la metástasis se había reproducido también en el psoas, que es el músculo que se encarga de mover toda la pierna»

Una enfermedad que le privó de caminar

A escasos minutos de comenzar su sesión semanal de rehabilitación en las instalaciones de Aspaym Málaga, Bea continúa, valiente, sus declaraciones sobre la enfermedad que padece y que, con el paso del tiempo, le privaría de una de las acciones más cotidianas de su día a día. Tras una breve pausa para saludar a los trabajadores que ejercen la profesión en la entidad, esta profesora prosigue y afirma que corría el mes de enero cuando, por fin, entra a formar parte de un ensayo clínico, promovido por el Doctor Alba, «una eminencia en el campo de la oncología«, y que tendría lugar en la parte de investigación del Hospital Clínico Virgen de la Victoria de Málaga. Tras unas «pruebas de gammagrafía», Bea recibe un comunicado que nunca hubiese querido escuchar, pero que tampoco le hizo decaer: la enfermedad se «había ido a los huesos de la columna vertebral». Tenía afectados desde la vértebra L-3 hasta el sacro I. De nuevo, y por culpa del cáncer, debía someterse a diferentes tratamientos para reducir la metástasis y tratar de eliminar el dolor.

«Bendita inmunoterapia«, destaca Bea, con cierta voz de alivio recordando aquel momento, cuando formaba parte del ensayo clínico. Este tratamiento logró parar el avance de la enfermedad y la redujo en un 24%, según el testimonio: «tomaba muchísima morfina y otros opiáceos, pero la inmunoterapia logró parar el avance y que a día de hoy yo no tome medicación para el dolor«. Sin duda, un «cambio brutal» en la calidad de vida de Bea, que tras un largo periodo de tiempo comenzaba a volver a vivir sin sensación constante de dolor. Pero la vida le tenía preparado otro revés importante, derivado de la enfermedad, y al que, de nuevo, tenía que volver a sobreponerse: «empecé a cojear, empecé a caerme cuando iba caminando y ya en el año 2021 dejé de andar» a causa de, según la experiencia de Bea, «la propia metástasis o de la aplicación de radioterapia en la columna, eso ya ni lo sé», lamenta.

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Bea, de viaje en Cagliari, Italia / Imagen cedida

Su último recuerdo en posición de bipedestación y caminando de forma autónoma se remonta a «mediados» del mes de junio de 2021, cuando Bea deja de andar «definitivamente; ya hay un día que no me puedo levantar». La vida encaminada de una mujer completamente sana, con una plaza de profesora recién obtenida, fruto del esfuerzo para aprobar unas oposiciones, con estabilidad laboral y sueños por cumplir se acababa de fracturar en mil pedazos, pero sus padres y su hermana se iban a encargar de recoger cada fragmento para tratar de volver a unirlos y darle, de nuevo, forma al puzle de la vida de Bea, en una demostración de aceptación, adaptación y fortaleza ante una de las peores noticias que podría recibir. Hoy, Beatriz Becerra vive en una silla de ruedas como consecuencia de la enfermedad que padece, que le derivó en una lesión de los nervios de la columna y le privó de volver a caminar, además de instarle a la jubilación anticipada con apenas 33 años de edad.

«Comencé a cojear, empecé a caerme cuando iba caminando y recuerdo que a mediados de junio de 2021 ya hay un día en el que no me puedo levantar; ahí dejo de andar definitivamente».

La «calidad de vida», un objetivo vital

La enfermedad de Bea no está parada. Ha vuelto a crecer, comenta a Tododisca. Reconoce que es un camino duro, complejo y lleno de espinas, en el que ha pasado un año «completamente dependiente» y en el que ha echado en falta que le dijesen, sin pelos en la lengua «oye, tienes una lesión en los nervios de la columna; no creo que vuelvas a caminar«, aunque admite que es complicado porque «entiendo que en ese momento la prioridad era parar la metástasis«. Con el paso del tiempo, la aceptación ha sido el bastión que ha guiado la vida de esta profesora, que ha aprendido, con el agradecimiento sincero que le tiene a Aspaym, a realizar «las actividades básicas de la vida diaria», que fue «un cambio brutal» para ella misma y para su entorno más cercano, que veían como su hija y hermana iba dando pasos de gigantes para adaptarse a una diferente forma de vivir.

«Este proceso genera mucha incertidumbre, y yo nunca me he visto un futuro, pero lo he llevado bien«, comenta Bea, que también admite que le gustaría alcanzar la independencia necesaria para irse a vivir sola, aunque no es «ninguna prioridad». Hace escasos meses, su doctora la citó para trasladarle que la metástasis «había vuelto a crecer» y que, para abordar su tratamiento de la mejor manera posible debía irse a Madrid, donde sí hay un hospital con un ensayo clínico en marcha para pacientes como ella. Cada semana que Bea debe acudir a la capital de España a someterse a tratamiento «me paso dos o tres días fatal, vuelvo y estoy aquí medio recuperándome«, lo que hila con la escasa «motivación» que ahora mismo dispone para alcanzar la autonomía personal en su magnitud.

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Bea, a bordo de un catamarán en Málaga / Imagen cedida

A pesar de que la vida de Bea está marcada por la grave enfermedad que padece y que le ha obligado a estar sentada en una silla de ruedas mientras atiende a Tododisca en las instalaciones de la sede de Aspaym de Málaga, su meta es nítida y no duda en exponerla: «tener la mayor calidad de vida posible«. Lucha y batalla cada día contra un enemigo íntimo que es fuerte y al que no es fácil ganarle, que ya le ha asestado varios golpes importantes, pero que ninguno ha logrado que Bea opte por rendirse, en gran parte, por el «apoyo fundamental» de sus padres y de Isa, su hermana, cuatro años menor que ella. Cuando finalice esta entrevista, Bea comenzará su sesión de rehabilitación para seguir recuperando todo lo que el cáncer le ha «destruido», convencida de gozar de la calidad de vida que merece tras haber comprendido que no hay que buscar explicación a lo que no lo tiene.

«Cuando me dicen ‘ojalá puedas volver a caminar’, respondo que ‘ojalá la enfermedad esté parada’ y pueda tener una vida de calidad y sin efectos secundarios; sino, tampoco la quiero»

La inaccesibilidad, «una frustración diaria»

Si en algún momento a lo largo de este reportaje se le tuerce el rostro a Bea es al hablar sobre el concepto de accesibilidad que hay instalado en la sociedad. O, como ella misma lo tilda, la «inaccesibilidad«, que le supone una «frustración diaria«. Esta joven profesora, que tiene una notable discapacidad a causa de una enfermedad, es consciente de que todavía queda un largo camino por recorrer en materia de inclusión; de hecho, en ocasiones ha preferido «hacer oídos sordos» antes que entrar en guerra con algún establecimiento, que, bajo su juicio, no cumplía los requisitos mínimos para ser accesible.

De hecho, las principales barreras a las que se enfrenta las tiene en su propia urbanización, donde ya lleva «dos años peleando» con los vecinos para adaptar determinadas zonas comunes, como ya ocurrió con una plaza de garaje, que sí se la concedieron como persona de movilidad reducida -PMR-, otra de las grandes batallas de este colectivo. Por otro lado, su vida social no se ha visto reducida, pese a las evidentes dificultades a las que ha debido sobreponerse, entre las que reside la compleja labor de investigación para encontrar «locales accesibles«; sus amigos, en este sentido, le facilitan la tarea y siempre que organizan planes es con «la tranquilidad de que van a buscar sitios accesibles» para todos. Porque la accesibilidad es un concepto universal para todas las personas, más allá de la discapacidad.

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Bea, en rehabilitación / Imagen cedida

Bea trata de poner el foco en aquellos establecimientos y barreras arquitectónicas que podrían ser subsanadas y adaptadas para personas con discapacidad. No obstante, tiene claro que «no apoyo» los negocios que no cumplen con estas condiciones de accesibilidad. Del mismo modo, esta profesora, con su plaza adjudicada tras haber aprobado las oposiciones, ha comenzado a jugar al pádel adaptado para personas en silla de ruedas, le gusta actuar en obras de teatro y emprender viajes, lo que le ha permitido conocer varios países. Finalmente, Bea lanza un mensaje a quienes se encuentren en un estado similar al suyo: «lo primero, juntarse con personas en la misma situación para evitar la incomprensión; si no entiendes lo qué te pasa, ni tú misma eres capaz de entenderte«, comenta. También insta a «hacer preguntas de todo tipo sobre como adaptarse a una nueva vida y qué herramientas hay». Hoy, con 37 años -los últimos cuatro sin poder caminar-, Bea es una persona que ha descubierto que «se puede ser feliz en una silla de ruedas» y que ha «sabido cambiar el chip para descifrar que lo importante no es volver a andar, sino estar bien y feliz«.

«Cuando ya entendí lo que me pasaba supe cambiar el chip para descubrir que lo importante no es volver a andar, sino estar bien y feliz»

Beatriz, la profesora que la vida convirtió en alumna de la aceptación: una metástasis le privó de volver a caminar
Álvaro Gutiérrez del Álamo López
Sobre el autor ▼
Graduado en Comunicación y Relaciones Públicas por la Universidad EADE Málaga, además de ostentar un Máster Oficial de Comunicación e Identidad Corporativa por la Universidad Internacional de La Rioja. Amplia trayectoria en medios de comunicación como El Español y gabinetes de prensa, donde he desempeñado labores de relación con públicos internos y externos -stakeholders-, redacción de contenidos y análisis de intangibles empresariales, entre otras. La planificación de medios y la definición de estrategias son los pilares de un correcto plan de comunicación, por lo que decidí formarme en el sector institucional, corporativo y empresarial, desarrollando acciones para lograr los objetivos marcados por la empresa. Actualmente trabajo como redactor de contenidos en Tododisca, especialmente en las sección de prestaciones y sociedad.
Temas: DiscapacidadesEnfermedadesMálagaSilla de Ruedas

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