La Junta de Andalucía sigue mostrando su apoyo a las personas mayores. En este aspecto, ha lanzado un proyecto pionero para detectar, tratar y paliar la soledad no deseada en las personas mayores de Andalucía.
Así lo ha confirmado la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz. El protocolo es un documento único en la comunidad autónoma que hasta el momento no contaba con ninguna herramienta unificada para combatir este problema, que se está convirtiendo en una de las nuevas epidemias del primer mundo.
La consejera ha explicado que “el principal objetivo de este protocolo es romper el aislamiento y la situación de soledad no deseada que viven muchas personas mayores andaluzas, favoreciendo la promoción del envejecimiento activo y mejora de la calidad de vida y bienestar mental”.
Se trata, ha añadido “de uno los ejes incluidos en el Plan Estratégico de Personas Mayores de Andalucía 2020-2023, que se aprobó el año pasado 20 años después de que lo mandatara la Ley”.
El apoyo de Andalucía a los mayores
Así, “este Gobierno ha puesto a las personas mayores en el centro de las políticas, aprobando un plan muy ambicioso del que ya estamos desarrollando medidas y propuestas como este protocolo contra la soledad no deseada”, ha apuntado la consejera.
El protocolo, que está dirigido a personas mayores de 55 años, busca implicar tanto a las administraciones públicas como a los agentes sociales desde un enfoque local, en cada municipio, barrio, zona o distrito. En ese sentido, se consideran “claves” para la detección de la soledad no deseada agentes del ámbito familiar, vecinal, de proximidad (como comercios, gimnasios, transporte público…), sociocomunitario, sanitario, farmacéutico, asociativo, de ocio, laboral o de seguridad (donde se encuentran las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, Protección Civil…).
Rocío Ruiz ha asegurado que el Gobierno andaluz tiene “un reto muy ambicioso, que no es otro que volver a reivindicar las relaciones de proximidad y cercanía que han marcado siempre el carácter de los andaluces”. En este sentido, ha apuntado que “queremos incorporar el sentido de comunidad para atajar un problema grave como es la soledad no deseada”.
Mesas Radar para detectar la soledad
El proyecto se compone de tres fases, además de otras medidas de carácter transversal que se irán desarrollando de manera paralela a la implementación del protocolo, por lo que la intervención será continua y sostenible en el tiempo. En la fase inicial, que está prevista que arranque en enero, se crearán y constituirán dos estructuras: la Comisión Técnica de Soledad No Deseada, que estará compuesta por personal de la Dirección General de Mayores de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, y las Mesas Radar.
La comisión técnica deberá diseñar e impulsar un plan de implantación territorial del protocolo de detección de soledad no deseada, así como evaluar y elaborar informes sobre la aplicación del mismo y sobre el trabajo de las mesas radar. Se reunirá, como mínimo, quincenalmente y tendrá un papel de coordinación en este proceso.
Protocolo ante la soledad
Las mesas radar estarán integradas por representantes de los Servicios Sociales Comunitarios, centros de salud de la zona, Centros de Participación Activa, Ayuntamiento (a través del área con competencias en personas mayores) y organizaciones del Tercer Sector. Una vez que las mesas detecten algún posible caso de soledad se activa la fase de implementación del protocolo, que conlleva su activación.
En este sentido, puede ser la propia persona mayor, algún familiar o amigo, los agentes claves de las zonas de trabajo o algún profesional de la mesa de radar quien lo active, trasladando la situación a las entidades que componen la mesa ya sea verbalmente, por escrito o través del Teléfono de Atención a las Personas Mayores de la Junta de Andalucía, el 900 858 381.
En ese momento el protocolo establece que se realice una valoración recabando información a través de una visita al domicilio o residencia de la persona. Recabada esa información se elabora un informe que debe estar en el plazo máximo de un mes desde que se detecta la situación.
Plan de Intervención Individualizada
Si el informe confirma que la persona se encuentra en situación de soledad no deseada se activará la siguiente fase del protocolo, la intervención, que supone poner en marcha el Plan de Intervención Individualizado (PII). Este plan debe ser abordado y consensuado con la propia persona mayor, como parte activa del plan, y bajo el criterio de los profesionales y concluirá con una propuesta de intervención que debe estar definida en un plazo de un mes.
Entre los recursos se que se pueden ofrecer para paliar la situación de soledad no deseada se incluye desde acompañamiento presencial o telefónico, programas de voluntariado, los Centros de Participación Activa o programas de envejecimiento activo.
Igualmente también se plantean medidas en función del grado de dependencia de la personas, como el servicio de ayuda a domicilio o teleasistencia. Los distintos programas de vivienda compartida que pueden ofrecer las administraciones, así como otros de ocio y turismo son algunos de los recursos para atajar esta situación. Este plan tendrá un seguimiento y control durante un periodo inicial de un año, tras el cual se evaluará si la situación persiste o se ha conseguido mitigar.
Distintas fases de trabajo
El protocolo incluye otras medidas transversales que se irán acometiendo con las distintas fases, como la elaboración de mapas de zona de trabajo, que incluirán todas las entidades públicas y privadas que operan en la delimitación de trabajo de la Mesa Radar, desde blibliotecas, bomberos, centros de adultos, a asociaciones de mayores, vecinos, centros residenciales o servicios y establecimientos como farmacias, supermercados, fruterías, peluquerías, iglesias….
Como medida transversal también se plantea la captación de “agentes comunitarios” para crear una red que pueda contribuir a facilitar información para detectar y notificar posibles casos de soledad no deseada entre las personas mayores de la zona. Igualmente, se realizarán acciones de comunicación y sensibilización para difundir este proyecto.
La soledad en cifras
La población andaluza se enfrenta a dos retos importantes, por un lado la caída de la natalidad y, por otro, el envejecimiento progresivo, lo que provocará que un tercio de la población tenga más de 65 años en un horizonte de 50 años, según la Proyección de la Población de Andalucía y Provincias 2016-2070 publicada por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), con los desafíos que suponen para el sostenimiento del estado del bienestar, las pensiones, y un modelo de envejecimiento activo.
La distribución por edad de la población andaluza responde a un modelo regresivo, típico de territorios envejecidos con baja natalidad y mortalidad, en que el grupo de edad de personas entre 65-84 años (1.385.104 personas en Andalucía, 17,69% del total), es mayor que el de la población más joven (menos de 14 años, 15,25%), especialmente por la mayor proporción de mujeres mayores respecto a las jóvenes (18,3% frente al 14,8%).
Según el Estudio sobre soledad no deseada en personas de 55 y más años en Andalucía, elaborado por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, el 47% de las personas andaluzas de 55 y más años se encuentra en soledad no deseada. El sentimiento de soledad aumenta con la edad, siendo especialmente preocupante a partir de los 80 años.
Además, un 15% se encuentra en riesgo de aislamiento social, cifras que aumentan entre los grupos de mayor edad como consecuencia de la rotura o pérdida de la red de amistades y una menor frecuencia de los contactos.