En la Semana Internacional de las Personas Sordas, la Fundación ONCE recoge el testimonio de María García-Lomas, una mujer española con síndrome de Usher que muestra cómo ha ido superando barreras a lo largo de su vida. Además, explica que su superación constituye un camino allanado para otras personas con discapacidad auditiva.
María García-Lomas comienza describiendo el primer día que entró en la Facultad de Medicina, llena de ilusión y superada por los nervios. Así, informa que «sabía que, siendo sorda, tendría que esforzarme más que el resto. Que necesitaría intérpretes, adaptaciones, paciencia y comprensión».
Sus propios profesores truncaron su sueño «por ser sorda»
María tenía el sueño de ser médica, motivo por el que ingresó en la Facultad de Medicinas. Sin embargo, lo que no esperaba era escuchar de sus propios profesores que «no podía ser médica por ser sorda».
Ante este duro golpe, esta joven confiesa que «sentí que todo el esfuerzo, toda la ilusión, se me escapaba de las manos». Entonces, decidió dar un giro a sus sueños y estudiar ‘Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural’, un ámbito que también le generaba gran entusiasmo.
Sobre ello, María afirma que «me especialicé, hice tres másteres y me formé en investigación de laboratorio y patrimonio textil. Cada proyecto, cada descubrimiento, cada pieza restaurada me devolvía la ilusión por seguir creando y aprendiendo».
Cuando sus sueños volvían a reestructurarse, María sufrió otro duro golpe, tal y como ella misma lo describe. Le diagnosticaron síndrome de Usher, lo que ocasionó que poco a poco fuese perdiendo la visión. A causa de esta enfermedad se cerró la posibilidad de ejercer plenamente aquello que tanto le había costado conseguir.
Hay que tener en cuenta que el síndrome de Usher es una enfermedad genética poco común que afecta tanto a la audición como a la visión. En este caso, María García-Lomas perdió primero la audición y luego tuvo una pérdida de visión progresiva.
Abriendo caminos para otras personas
Afrontando todas estas situaciones, María asegura que «con el tiempo entendí algo fundamental: no era yo la que fallaba. No era mi capacidad. No. Eran las barreras». Pudo conocer de primera mano todas las barreras que encuentran a lo largo de su vida las personas sordas y las personas sordociegas.
De este modo, denuncia que «las personas sordas y sordociegas nos enfrentamos a obstáculos invisibles para muchas, pero reales para nosotras: consultas médicas sin intérprete, pruebas diagnósticas en las que nadie se preocupa por garantizar la comunicación, urgencias donde explicarse se convierte en un desafío… Y lo mismo sucede en museos sin visitas accesibles, en exposiciones sin guías en lengua de signos, en teatros o cines sin subtitulado o en conferencias donde no hay apoyos de ningún tipo».
María García-Lomas pone voz con su testimonio a las dificultades que encuentran miles de personas sordas y personas sordociegas en España a lo largo de su vida. En este sentido, revela que «a veces me siento atrapada entre lo que quiero hacer y lo que la sociedad me deja».
Finalmente, esta mujer diagnosticada con síndrome de Usher concluye que «también siento fuerza, porque sé que cada barrera que atravieso, cada adaptación que logro abre un camino para otras personas. No siempre es fácil, no siempre es justo, pero seguir adelante se ha convertido en una forma de reivindicar el derecho a acceder a la información y a la cultura, a disfrutar, a participar plenamente».