Según la Asociación Americana de Psicología define el trauma como “una respuesta emocional a un evento terrible como un accidente, una violación o un desastre natural”. Un 60% de los adultos sufren este tipo de trastorno por algún tipo de suceso o experiencia traumática que vivieron durante su infancia. Este trastorno es un tema bastante tabú en la sociedad, ya que las experiencias dolorosas tendemos a ocultarlas, ya que es demasiado duro de afrontar, y continuamos con nuestra vida.
El no afrontar nuestros traumas, a la larga puede derivar problemas para nuestra salud física, mental y afectar a nuestras relaciones interpersonales, provocando: liberación de cortisol crónico, reduce la regulación de las emociones, estrés, e incluso, derivar en conductas perjudiciales como el alcoholismo.

Por tanto, puede ser de vital importancia enfrentar y liberarse de este trauma, desencadenando un estado de felicidad, optimismo, productividad y gratitud. Una técnica de relajación que viene muy bien para este tipo de problemas es la meditación. La meditación consiste en realizar un viaje a nuestro interior para poder relajarnos, tomar conciencia de nuestro cuerpo y aislarnos de todo lo que nos rodea. La práctica rutinaria de esta actividad nos aporta muchos beneficios, tanto a nivel físico como psíquico, ya que el bienestar y la paz interior pueden proporcionarnos una vida más plena y activa.
De igual manera, sanar un trauma es una de las decisiones más extraordinarias. Desbloquea la felicidad, la gratitud, el optimismo, la productividad y un renovado aprecio por la vida. Para sanar un trauma hay 5 pasos clave: descubrirlo, enfrentarlo, detectar el dolor que asocias al trauma, y por último, dejarlo ir.
Técnicas para superar un trauma
Para abandonar el trauma, hay ciertas técnicas que pueden ayudar para aliviar el daño provocado y superarlo. En este sentido, el trabajo físico puede ser muy útil y no hay porqué tomar medicamentos que, en lugar de sanar, sólo ayuda a mitigar la sensación de dolor. Las técnicas más eficaces y sanas son:
Aprender consciencia corporal
Debemos comenzar a escuchar cómo se siente nuestro cuerpo ante determinados pensamientos, esto nos hace ser conscientes de que las sensaciones físicas de nuestro cuerpo son pasajeras y van sufriendo cambios dependiendo de nuestra respiración, posición corporal y pensamiento.
Una vez tengamos en cuenta nuestra sensaciones físicas, lo próximo es etiquetarlos y poder expresar qué sentimos físicamente en determinados momentos, como por ejemplo relacionar el nerviosismo con una presión en el pecho. Cuando estas sensaciones estén identificadas hay que centrarse en ellas y observar cómo cambia esa sensación al espirar profundamente o cuando lloras. Esta conciencia de cómo reacciona nuestro cuerpo ante determinas conductas, es una forma de calmar nuestro sistema nervioso.
Disfrutar del contacto

La mayoría de personas cuando sufren algún tipo de experiencia traumática necesitan el contacto humano de otra persona, pero a la vez, este contacto les aterra. Por ello, es necesario reeducar la mente para ayudar a su cuerpo a disfrutar de los contactos físicos, ya que un simple abrazo puede calmar nuestro malestar.
Este contacto nos puede hacer sentir protegidos y seguros. Sin embargo, no podemos depender de otra persona para sentirnos a salvo, ya que no nos recuperaremos por completo si no nos sentimos seguros en nuestro propio cuerpo.
Meditación

La meditación puede ser clave para recuperarse de un trauma, ya su práctica diaria puede aumentar la inteligencia emocional, la autoconciencia, la creatividad, regular las emociones y alivia el estrés crónico, todo beneficios que ayudan a disminuir el trauma.
El aumento de inteligencia emocional y autoconciencia dan facilidad a la hora de descubrir nuestros pensamientos negativos causados por el trauma, identificarlos y restablecer su respuesta física y mental antes determinados pensamientos.
Además, meditar es gratis, y puedes practicarlo donde quieras y en cualquier momento, y es fundamental parar lograr una mente mucho más fuerte y consciente de nuestras emociones.