3 de cada 4 familias con hijos con discapacidad se sienten solas y desbordadas

Los expertos aseguran que la llegada de un hijo con discapacidad supone un cambio de gran magnitud en la vida familiar

3 de cada 4 familias con hijos con discapacidad se sienten solas y desbordadas

3 de cada 4 familias con hijos con discapacidad se sienten solas y desbordadas

Fundación Adecco ha informado que el 72,5% de las familias con hijos/as con discapacidad se sienten solas y desbordadas a la hora de afrontar el diagnóstico. Además, han destacado que el 44% de las familias manifiesta algún tipo de dificultad para llegar a fin de mes. Pese a ello, es importante destacar que para el 80%, las dificultades que más pesan son de tipo social y emocional.

El próximo 15 de mayo se celebra el Día Internacional de las Familias, «para crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños, las niñas y los jóvenes», según Naciones Unidas.

En este contexto, el Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo de la Fundación Adecco presenta su decimocuarto informe Discapacidad y Familia, con el objetivo de visibilizar la situación, necesidades y expectativas de los hogares que conviven con la discapacidad, explorando los retos añadidos a los que se enfrentan y reivindicando el apoyo que merecen para avanzar en igualdad de oportunidades. Las conclusiones se basan en una encuesta a 364 familias que tienen hijos/as con discapacidad.

Un hijo con discapacidad, supone un cambio de gran magnitud en la vida familiar

La llegada de un hijo o hija con discapacidad supone un cambio de gran magnitud en la vida familiar, que conlleva nuevas necesidades, ajustes y aprendizajes. Lejos de dramatizar esta situación, desde la Fundación Adecco queremos poner el foco en el proceso de adaptación que viven las familias, así como en los apoyos que pueden marcar la diferencia.

Este año hemos querido profundizar en cómo la discapacidad puede influir en el bienestar emocional, social y laboral del entorno familiar. Las familias con personas con discapacidad experimentan un extra de vulnerabilidad que no se limita al plano económico, sino que a menudo se manifiesta también en forma de agotamiento emocional, falta de comprensión por parte del entorno o sensación de soledad.

En este contexto, el apoyo social emerge como un factor clave para favorecer un afrontamiento positivo. Cuando las familias se sienten parte de una red y disponen desde el principio de apoyo profesional y emocional, cuentan con más herramientas para estimular a sus hijos e hijas hacia la autonomía, favoreciendo su desarrollo personal y su preparación para una vida independiente. Este aspecto es fundamental, ya que, en el fondo, la gran preocupación de los padres y madres sigue siendo el futuro: que sus hijos puedan valerse por sí mismos. Un reto ambicioso, teniendo en cuenta que actualmente, la mayoría de las personas con discapacidad en edad laboral (64,5%) no participan en el empleo, debido a barreras como el desconocimiento, la sobreprotección familiar, la ausencia de itinerarios formativos o los prejuicios sociales y empresariales. En otras palabras, su tasa de actividad alcanza el 35,5%, una cifra que asciende hasta el 78,5% para el resto de la población, evidenciando una profunda brecha en términos de inclusión sociolaboral.

La baja participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral es una de las causas

Entre todos los factores estructurales que explican este gap, destaca la falta de herramientas y acompañamiento especializado que muchas familias afrontan desde las primeras etapas de vida de sus hijos e hijas con discapacidad. En ausencia de recursos y de una orientación adecuada, es frecuente que no se estimulen de forma plena las capacidades y la autonomía de los niños y niñas. Como consecuencia, al llegar a la edad adulta, muchas personas con discapacidad no han alcanzado su máximo potencial funcional, viéndose empujadas hacia la inactividad, la dependencia del entorno familiar o la percepción de prestaciones públicas como vía de subsistencia. Y de ahí su baja tasa de actividad.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: «La baja participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral no es una circunstancia puntual, sino una realidad estructural que arrastramos desde hace décadas. Si queremos revertirla, no hay otro camino que empezar a trabajar desde la infancia. Sin una intervención temprana, continuada y especializada, muchas personas con discapacidad alcanzan la edad adulta sin haber desarrollado las competencias necesarias para acceder al empleo. Hay que apostar por un modelo de acompañamiento integral, sostenido en el tiempo y basado en intervenciones tempranas y personalizadas, que potencie las habilidades de las personas con discapacidad desde las primeras etapas de vida. De este modo se promueven trayectorias vitales más autónomas y participativas, contribuyendo además a revertir patrones de exclusión estructural y a construir una sociedad más inclusiva».

Este acompañamiento debe iniciarse en la infancia, una etapa especialmente crítica en la que las familias se sienten más vulnerables, necesitando más que nunca orientación, apoyo y recursos. Así lo demuestran los datos que analizamos a continuación.

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