Desde el pasado mes de marzo, las mascarillas son nuestras fieles compañeras de viaje. No importa la situación en la que nos encontremos, que de momento nos tocará hacer uso obligatorio de la mascarilla. Pese a que la mascarilla es nuestro mejor aliado para frenar el Covid-19, un grupo de científicos ha decidido ponerlo en entredicho.
Numerosos estudios ha comprobado que llevar mascarilla sin importar si es vieja o no, siempre es mejor que no llevar nada tras demostrar que una mascarilla quirúrgica usada, con una filtración menor del 30% es peor que ir sin ella, según se publica en la revista ‘Physics of Fluids’.
Pese a estas evidencias, un último estudio llevado a cabo por Investigadores de la Universidad de Massachusetts Lowell y la Universidad Bautista de California han llegado a una conclusión totalmente opuesta. En dicho estudio, se examinó el efecto de usar una mascarilla quirúrgica de tres capas en los flujos de aire respiratorios; así como los efectos de la mascarilla en la inhalación y deposición de partículas ambientales en las vías respiratorias superiores.
«Es natural pensar que usar una máscara, sin importar si es nueva o vieja, siempre debería ser mejor que nada pero nuestros resultados muestran que esta creencia solo es cierta para partículas mayores de 5 micrómetros; pero no para partículas finas menores de 2,5 micrómetros«, explica el autor Jinxiang Xi.
Llevar una mascarilla muy usada es peor que ir sin ella
EL estudio ha evidenciado que usar una mascarilla con una eficiencia de filtración de menos del 30% puede ser peor que ir sin ella. Para comprobar esta teoría, se desarrollo un modelo de mascarilla facial computacional utilizando un modelo fisiológicamente realista de una persona que usa una mascarilla con plieges y luego usando métodos numéricos para rastrear las partículas en la máscara.
De este modo, se comprobó que una mascarilla cambia el flujo de aire alrededor de la cara, de manera que en lugar de que el aire entre en la boca y la nariz a través de caminos específicos, el aire llega a la boca y nariz desde toda la superficie de la máscara pero a velocidades más bajas. Esta velocidad más baja favorece la inhalación de aerosoles por la nariz por lo que, aunque las máscaras filtran cierto número de partículas, estas finalmente pueden entrar en el tracto respiratorio.
En este sentido, el estudio descubrió que la filtración de una mascarilla puede ser de un 65% si es nueva a un 25% cuando se usa; por lo que usar una mascarilla de al menos un 65% nos dará la protección que necesitamos. Sin embargo, usarla por debajo de estos niveles puede ser mucho más peligroso que no usar ninguna.
Además, los investigadores creen que la forma de la mascarilla también afecta a los patrones de flujo de aire, lo que sugiere que la forma de la mascarilla también debe considerarse un factor importante para estimar la protección de la máscara.
«Esperamos que las autoridades de salud pública fortalezcan las medidas preventivas actuales para frenar la transmisión de Covid-19; como elegir una mascarilla más eficaz, usarla adecuadamente para la máxima protección y evitar el uso de una máscara quirúrgica excesivamente usada o vencida», apunta Xi.