El diagnóstico de Magdis Orta es de autismo, a pesar de que en un principio los profesionales que le evaluaron se decantasen más por un trastorno de ansiedad: «Era difícil que alguien lo viera», reconoce esta joven debido a la «alexitimia» que también presenta y que resume de esta manera: «No es que no sienta mis emociones, sólo que tengo una dificultad muy grande para identificarlas y diferenciarlas«. En cualquier caso, el primer pensamiento de quienes estudiaron su caso tampoco iba mal encaminado porque, como confirma Orta «sí, siento y también ansiedad«, a pesar de que, en aquel entonces, había otras condiciones que no casaban con esta condición y le hicieron encender los primeros signos de alerta.
La sobrecarga y la sensación «de estar abrumada» a juicio de esta protagonista, son situaciones que pueden generar confusión entre un cuadro de ansiedad y un Trastorno de Espectro Autista. También el temor y el terror. Así mismo, a través de sus redes sociales ha expuesto las diferencias entre ambos diagnósticos. Por un lado, en la ansiedad existe un «pensamiento, hay un escenario o una preocupación específica», ejemplificada en la preocupación ante un examen de la escuela: «se siente como más cerebral, por un tema específico». Por otro lado, su sensación con el autismo le insta a estar «saturada» por un motivo sin origen concreto y que siempre deriva en una «crisis autista». Finalmente, concluye que las persona con TEA pueden tener un sexto sentido en materia de «certeza sensorial» para deducir de qué manera algo les puede impactar en su vida y van a acabar «destruidas».
Palabras a las experiencias
«Yo sólo sentía«, explica Magdis Orta, que fue incapaz de poner nombre y apellido a aquellas sensaciones que experimentaba y parecían estar relacionadas con la ansiedad cuando, en realidad, era autismo. Por ello, la propia joven ha querido reivindicar la importancia de ponerse en manos de profesionales que ayuden a escapar de estas condiciones o sirvan de apoyo para poner «palabras a las experiencias» que cada persona vive y tiene derecho a vivir, sin sentirse culpable. De esta manera también recuerda a la Magdis de niña, incidiendo en que «si yo hubiera sabido esto, sí hubiera sabido explicarme y explicarlo a los demás», así como «distinguir un poquito y notar la diferencia de cada uno» de estos trastornos entre ansiedad y autismo.
El autismo es una condición muy compleja, motivo suficiente por el que Magdis Orta hace la siguiente declaración: «un video jamás va a reemplazar un diagnóstico ni la terapia con un experto en el tema», animando a quienes estén pasando -y sufriendo- una situación parecida a acudir a profesionales del sector que ayuden a encontrar una salida al ‘laberinto’ que provoca el Trastorno de Espectro Autista, especialmente cuando se desconoce su presencia. En esta línea, esta joven también reivindica la importancia de la información y del conocimiento, «sobre todo para poder entenderte» y comprender qué vía de actuación o qué comportamientos son adecuados.
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La propia experiencia vital y personal de Magdis, habiendo atravesado por las espinas de la vida, le permite servir de guía a otros colectivos que sientan emociones similares a las que ella sufrió y le alejaron de ella misma y de su forma de ser: «Te acompaño en el camino de regreso a ti«, describe en su biografía de redes sociales. Tener la mente sana, hablar si tapujos y manifestar las emociones se tornan como elementos imprescindibles para alcanzar una óptima calidad de vida y bienestar, tanto consigo mismo con la sociedad: «Yo me sentía sola, incluso estando rodeada de personas«, desvela Orta.
Cuatro reglas sociales «que no entiendo»
Bajo la capa de la invisibilidad, Magdis Orta denuncia cuatro reglas sociales que, a su juicio, se escapan de su entendimiento y razón de ser, vistas desde el prisma de una persona con autismo. El primer aspecto de esta lista es ‘Mirar a los ojos‘: «Se supone que si no haces contacto visual eres ‘grosera’ o ‘irrespetuosa’, pero ¿cómo se supone que se mira a los ojos correctamente?», se pregunta esta joven. Del mismo modo, como segunda regla social que no logra comprender cita ‘Expresar sorpresa o emoción ‘para ser amable’ y no hacer sentir mal a la otra persona‘: «Para muchas personas esto es cortesía emocional; exagerar tanto para que el otro se sienta validado y mantener la conversación fluida», destaca Magdis.

A continuación, en el tercer escalafón, Orta expone ‘Saludar con beso o un abrazo‘: «Para mí, con algunas personas si me nace hacerlo y me gusta, pero no entiendo por qué tiene que ser obligatorio saludar a todo el mundo de la misma manera; es súper íntimo y, a veces, hasta incómodo», expresa. Finalmente, la cuarta regla social a la que hace referencia esta joven recae sobre ‘Cuando ‘cómo estás’ y tienes que responder ‘bien‘: «Algo que me cuesta entender es que todavía esta pregunta es parte del saludo, no una invitación real a decir cómo te sientes. Descubrir quien te lo pregunta desde el interés genuino y quien sólo lo dice por costumbre es complicadísimo», concluye esta joven a través de sus redes sociales, donde se muestra tal y cómo es y describe la experiencia con e diagnóstico de autismo.
