El bicarbonato ha sido el gran redescubrimiento del Siglo XXI. Y es que en ningún caso podemos hablar de haber descubierto un producto que lleva siglos utilizándose en la mayor parte de los hogares españoles. ¿El motivo? Que a buen seguro, todos recordamos haber visto un bote de bicarbonato en casa durante toda nuestra vida. La diferencia es el uso que se le ha dado en cada momento, y esto sí justifica un redescubrimiento en toda regla para las generaciones actuales.
Si echamos un poco la vista atrás, es probable que asociemos el consumo del bicarbonato con sus beneficios para aliviar dolencias estomacales. Sin embargo, si echamos la vista más atrás o preguntamos a los más mayores de nuestro entorno, podremos averiguar como el uso del bicarbonato en remedios caseros en torno a la limpieza, o incluso en la cocina, estaba ya inventado desde hace un buen número de años. No obstante, como en muchos casos se había perdido, hoy recordamos una de sus funcionalidades.
Limpieza de la ducha con bicarbonato
El motivo por el que el bicarbonato es un excelente producto de limpieza, es porque tiene propiedades desinfectantes y desodorizantes, y por eso es un ingrediente muy versátil para utilizar en diferentes estancias de la casa. En el caso de la ducha, es perfecto. Pues se trata de un lugar que debe estar desinfectado, que a veces retiene olores, y sobre todo que es un gran foco de humedad. Y sí, el bicarbonato también es perfecto para eliminar la humedad.
Existen varias combinaciones con bicarbonato para la limpieza en los que también depende de la zona a tratar y de la suciedad de esta. Pero un primer truco para la limpieza habitual de la ducha, la puedes conseguir usando solo bicarbonato y agua. Concretamente, en un recipiente, mezcla tres partes de bicarbonato con una parte de agua. debes conseguir una pasta manejable pero homogénea. Cuando la tengas, solo debes aplicarla en la zona a aplicar y dejarla actuar.
Basta con unos 15 minutos para que el bicarbonato haga su efecto sobre la suciedad. Además, no escatimes. Esto no significa que necesites mucho producto, sino que la misma mezcla sirve tanto para los azulejos, las juntas, la grifería, e incluso el cristal si tienes mampara. Para terminar, solo debes frotar suavemente con un cepillo o esponja, y aclarar con abundante agua. Verás como quedará libre de suciedad, manchas de humedad e incluso la cal del agua.
Una limpieza más profunda
Hay ocasiones en que no basta con una limpieza, podemos llamarla, cotidiana. Son momentos en los que la suciedad es más profunda, ya sea por falta de higiene o porque se ha usado por más personas en menos tiempo, el caso es que a veces necesitamos un plus de ayuda a la hora de limpiar. En el caso de la ducha, la higiene es fundamental, por ello, existen formas de reformar la fórmula de limpieza con bicarbonato.
En este caso, el refuerzo vendrá de la mano del vinagre blanco. Es decir, añadiendo a tu mezcla este último ingrediente. Y es que el vinagre junto al bicarbonato, hace una reacción que favorece no solo la desinfección, sino que es capaz de arrastrar cualquier mancha o bacteria.
Pero, ¿Cómo incluimos este nuevo ingrediente en el truco de limpieza? En estos casos, la mezcla debe ser con dos tazas de agua, media taza de bicarbonato y media taza de vinagre blanco. A partir de ahí, la metodología es la misma. Extiende bien la mezcla por la ducha, y deja actuar. Luego frota con un cepillo o esponja, y finalmente, enjuaga y seca bien. Verás como queda todo brillante.