La vida de Adriana Macías es una historia que no pasa desapercibida. Nació sin brazos, «pero llena de sueños» por cumplir y por compartir con la sociedad, a quien, precisamente, ha tratado de trasladarle su experiencia para esquivar las lamentaciones y los dramas y comenzar a vivir de una forma plena y «sacándole jugo» a todo tipo de situaciones e ir descubriendo «que tan virtuosos somos«.
Sin duda, el empoderamiento de esta mujer es digno de admirar, reconocer y mostrar al mundo para comprender que la vida sólo se vive una vez y aprovecharla al máximo es únicamente decisión personal, pero cada día perdido es una oportunidad menos de ser feliz. Mediante sus charlas y conferencias, Macías pone en evidencia que su trayectoria ha estado marcada por la discapacidad y la ausencia de sus dos extremidades superiores, algo que resalta a simple vista, pero también su capacidad para siempre reinventarse y encontrar una solución para salir adelante: «Siempre pienso que no tengo manos, pero ‘¿podré hacerlo con los pies’?«.
En este sentido, escuchar a Adriana Macías es ser testigo de una lección que muestra cómo «abrazar el éxito sin rendirse ante los desafíos«, una metáfora de su propia vida y con la que lleva lidiando desde el 25 de abril de 1978, fecha en la que nació. A base de esfuerzo y voluntad, esta mujer ha tenido que comprender a marchas forzadas que la vida es un regalo, sí; pero no siempre las sorpresas son igual de simpáticas: «Aprendí que la verdadera fuerza no reside en lo físico, sino en el espíritu inquebrantable que todos llevamos dentro«, detalla la propia Adriana.
Convertir la debilidad en oportunidad
«Mi historia no es sólo una anécdota, es una metodología de vida. Porque la mejor manera de enseñar es con el ejemplo«, explica Adriana Macías. Precisamente, esta conferencista internacional se ha subido a algunos de los escenarios más imponentes del mundo para transmitir total naturalidad, normalidad y sensibilidad sobre la discapacidad y sus efectos en la vida cotidiana de quienes conviven con ella. Macías lo explica a través de la metáfora de la «fuerza de un guerrero«, que fue el cimiento que le permitió «convertir mis debilidades en oportunidades«.
Ante la ausencia de sus brazos de manera congénita, Adriana supo entender de qué manera podía encontrar su lugar en el mundo y, especialmente, cómo podría ayudar a otras personas. Lo hizo a través del poder de la comunicación, donde puso su experiencia personal al servicio de la palabra para guiar a diferentes colectivos hacia «su fuerza interior».
Sus talleres son una irrechazable invitación a buscarse dentro de sí mismo y comprender que, juntos, «demostraremos que no hay barreras que no puedan superarse» porque «si yo pude, tu también puedes«, anima Macías con un potente mensaje de aliento y de confianza. Aun así, no siempre lo ha tenido tan sencillo como ella lo entiende, pero no duda en exponerlo y mostrar su vulnerabilidad cuando así se ha sentido: «De niña, escuché muchas veces un ‘no puedes’, pero en mi corazón resonaba otra voz: ‘¿y si sí puedo?’«. Sí que pudo.
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Adriana Macías tiene una forma de comunicar directa, sin filtros y honesta, por lo que su voz transmite seguridad y transparencia, que se verifica cuando resuenan sus palabras: «Nací sin brazos, pero con una misión clara: demostrar que los límites solo existen donde termina nuestra fe«. Por ello, esa ‘misión’ de la que habla esta conferencista está íntimamente ligada a entender la vida desde el prima de la posibilidad y de la capacidad, omitiendo la discapacidad o, al menos, dejándola aparcada: «No importa lo que te falta, importa lo que tienes«. En el momento que sepamos exprimir nuestras características, será cuando verdaderamente podamos avanzar sin tapujos y sacar nuestro máximo rendimiento.
Una mujer ‘diferente’
Sin duda, Adriana Macías es una mujer ‘diferente’. Pero porque ella ha querido que así sea, lo que le ha permitido convertirse en la excepción que confirma la regla y en una figura de referencia para el colectivo de la discapacidad y millones de personas que ven ella una persona a la que admirar y en quien depositar su confianza para sacar adelante situaciones comprometidas y que requieren una dosis extra de esfuerzo.
Nacer sin brazos no le ha frenado en su intento de agarrar la vida con todas sus fuerzas: «Mi vida no ha sido fácil, pero cada obstáculo se convirtió en el combustible que alimentó mis sueños», revela ella misma. Hoy, puede presumir de que es una grandísima conferencista sobre motivación y superación personal, pero también es «abogada, escritora, madre y, sobre todo, una mujer que ha convertido su diferencia en su mayor fortaleza».
Adriana no habla de «fórmulas mágicas» ni teorías irreales, sino que traslada su propia experiencia «desde el dolor y la alegría de reconstruirme una y otra vez«; es un encuentro «humano, profundo y transformador» para cada persona oyente que acuda a sus conferencias. «Les mostraré cómo mis pies se convirtieron en mis manos fieles, no por necesidad, sino por convicción; les contaré cómo el dolor se convirtió en propósito, y el miedo, en valor», concluye Adriana Macías, una excelente mujer que nació sin brazos para cumplir su misión en el mundo.
