Se cumplen 15 años de aquel fatídico 11 de marzo en el que, los corazones de los españoles y del resto del mundo se encogieron por culpa de un atentado terrorista. Quince años después, las víctimas y sus familiares continúan con secuelas de lo ocurrido, las cuales les quedarán de por vida.
En esta línea, se encuentra la denuncia realizada por la Fundación Montemadrid en su página web, en la que utiliza testimonios reales de personas que han quedado con algún tipo de discapacidad provocada por el atentado.
Testimonio de Mónica Sánchez, secretaria de la junta directiva de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo
Aquella mañana de hace seis años se encontraba en el tren que explosionó cuando llegaba a la estación madrileña de Atocha. Por aquel entonces auxiliar administrativa y estaba embarazada. Despertó meses después y su vida había cambiado: el bebé no llegó a nacer y, como otras víctimas, sufría hipoacusia, una discapacidad que afecta al oído.
“Lo tienes que decir: yo con 34 años tengo una invalidez total, porque tuve la mala suerte de que me cogió el atentado del 11 de marzo y debido a eso me ocurre todo esto. Y, claro, ¿quién te va a contratar? Si va otra persona que no tiene esas dificultades y sabe lo que tú, le dan el puesto”.
“Yo tengo esa discapacidad y no me siento útil en la sociedad. ¿Con qué agravante? Con el estigma de que soy víctima de terrorismo. Tú naces sordo o coges una enfermedad de pequeño y es otra psicología distinta a la de despertarte un día de un coma y darte cuenta de que estás sorda y que además tu entorno no se habitúa”.
Testimonio de Raquel Gómez, víctima del 11-M el día de su boda
Raquel Gómez, víctima del 11-M el día de su boda. Los toreros dicen que las cornadas de espejo son aquellas que les recuerdan todos los días que una bestia quiso matarles. Raquel Gómez tiene 36 años y es una de las víctimas del 11-M con la que se cebó el parte médico.
Sufre la amputación de la pierna izquierda por encima de la rodilla, también tiene afectado el brazo izquierdo, se ha sometido a operaciones del oído izquierdo –aún le molestan los pitidos–. Tiene problemas de circulación en la pierna derecha porque perdió masa muscular en la explosión y por ello pasó tres veces por el quirófano.
“Y al pasarme esto me dieron la incapacidad permanente total. Y me saqué en Fremap un curso de informática, porque yo quería volver al trabajo, aunque no iba a hacer lo mismo. Me ofrecieron trabajar y duré 15 días. Tenía que coger el metro, el autobús y la depresión que no había tenido tras el atentado… Se me vino el mundo abajo cuando cogía el metro, y lo tuve que dejar”.
Ahora, que sabe lo que es una amputación, revindica más accesibilidad en los espacios públicos, “que arreglen un poco más las calles”. Es consciente que hace seis años perdió “un poco la independencia”, pero que ahora entiende “por qué la gente con problemas de movilidad se queja. La gente fue solidaria con el 11-M pero que sea solidaria con las personas con discapacidad”.