Benjamín Rivera -Bengie- es un auténtico y verdadero ejemplo de superación, haciendo de la discapacidad su mayor capacidad y de la debilidad una auténtica habilidad para transformar su vida. Este locutor y conferenciante nació sin manos ni pies, es decir, sin ninguna de sus cuatro extremidades, por que desde que apenas abrió los ojos por primera vez ya está sentado en una silla de ruedas, lo que le ha permitido tener la suficiente movilidad para ser una persona autónoma e independiente y adquirir destrezas para, incluso, ser capaz de conducir su propio vehículo. Es una historia admirable y que merece otorgarle toda la visibilidad que Bengie ha sembrado durante toda su vida.
«La realidad es que vivir con una discapacidad tiene sus retos, pero no ha sido excusa para que yo pudiera salir adelante», indica el propio Rivera para un canal de televisión de Puerto Rico, donde reside y es una referencia para el colectivo de la diversidad funcional, aunque también inspira a personas que no presentan ninguna patología por su afán de superación y la forma que tiene de ver la vida. Este conferenciante ha dejado a un lado el ‘no puedo‘ y se ha atrevido a «conquistar el mundo y las metas que siempre he tenido en el anhelo de mi corazón», haciendo referencia a la importancia de saber valorar la vida, que «sólo es una» y hay que aprender a vivirla en su máximo esplendor. En el caso de Bengie, toda su trayectoria vital ha sido en una silla de ruedas, lo que estima que «no ha sido un obstáculo, sino una oportunidad para trascender y motivar a otros».
Sin importar las circunstancias
La llegada al mundo de Benjamín Rivera estuvo marcado por una realidad tan dura como innegable: la ausencia de sus manos y pies. La discapacidad siempre ha estado presente, a su lado, cada día de su vida. Sin embargo, Bengie se siente un privilegiado por haber nacido «sin importar las circunstancias«, y explica que las situaciones incómodas que tienen cabida en determinados momentos de una persona son el contexto ideal «para trascender en la vida». En su historia personal, no debe ser fácil aceptar su condición para luego adaptarse a ella de la manera más idónea, pero Rivera sí que lo ha hecho y se ha convertido en un personaje popular en su país, cuya voz ya es reconocible por millones de personas.
El testimonio de Bengie es una lección sobre la vida, afirmando que desconoce «qué va a pasar en el más allá, pero yo soy agradecido con el presente porque me dio un propósito»; de hecho, el agradecimiento es un concepto que repite en numerosas ocasiones a lo largo de sus charlas y conferencias, así como en las entrevistas que publica en su perfil de redes sociales, donde ya roza el límite de los sesenta mil seguidores. De igual manera, ese «propósito» que la vida le ha otorgado a Rivera cree haberlo descubierto completamente: «Llevar alegría y motivación a todo el que se me pare de frente«, mencionando también la importancia de la empatía y la conciencia social sobre las personas con discapacidad.
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También tiene la autoridad suficiente para reclamar una mayor aplicación y puesta en marcha de medidas que fomenten la inclusión y la accesibilidad del colectivo de personas de movilidad reducida o con una determinada discapacidad, así como el ruego de la eliminación, en su máximo posible, de las barreras físicas: cuestas, raíces de árboles o aceras en mal estado son algunos de los ejemplos que cita para quienes deben hacer uso de una silla de ruedas o cualquier otra adaptación a su estado. En esta línea, también alza la voz para criticar y denunciar a quienes, sin tener discapacidad alguna, estaciona su vehículo en una plaza destinada, única y exclusivamente, a titulares de la tarjeta acreditativa como persona de movilidad reducida: «Creemos conciencia sobre eso. Hagámoslo«.
¿Quién dirige mi vida?
«Hazte esta pregunta esta mañana«, anima Benjamín Rivera a cualquier persona que se encuentre con su caso: «¿Quién dirige mi vida?». En la previa de la respuesta, Bengie jamás ha dudado en exponerse tal y como es y hablar con plena naturalidad de su discapacidad y de su experiencia al haber nacido sin manos ni pies; más bien, se siente agradecido por haber llegado al mundo «sin importar las circunstancias» y con un bello propósito que cumplir con el resto de personas, que ponen su esperanza en las conferencias Rivera ofrece. Así mismo, detalla que si «mí día lo dirige el miedo, te vas a esconder; si lo dirige la comparación, te vas a frustrar; pero si lo dirige tu propósito, vas a avanzar aunque duela«. De este modo, insiste en que «la dirección correcta no siempre se siente cómoda, pero siempre te construye».
Finalmente, Benjamín Rivera cree que «el silencio es también es una respuesta» para muchas situaciones de la vida: «La madurez también se demuestra en lo que decides no discutir». Asevera, igualmente, que el silencio es una característica que «no es debilidad, sino dominio propio en su máxima expresión«. Benjamín Rivera nació sin brazos ni piernas, pero ha seguido siempre avanzando hacia delante y guiando la vida y los pensamientos de miles de personas. Cada día es un regalo y una nueva oportunidad para disfrutar la vida con convicción, no con validación.
