Conseguir una prótesis adecuada, un calvario para las personas amputadas

"Si quiero una prótesis que esté por encima, la puedo tener, pero pagando la diferencia. Y estamos hablando de miles de euros”, comenta Nuria Rivas, presidenta de ADAMPI

Atleta junto a sus dos prótesis

Atleta junto a sus dos prótesis

Conseguir una prótesis acorde a cada caso es una de las grandes frustraciones de las personas amputadas, y más teniendo limitarse a un catálogo cerrado que ofrece la Sanidad española.

En una entrevista con EFE, Nuria Rivas, presidenta de la Asociación de Personas Amputadas y con Agenesias, cuenta que «cuando desaparece nuestra piel, cuando nos amputan, solo podemos ceñirnos a un catálogo donde se excluyen las prótesis más modernas».

«No pedimos la prótesis más cara para todos, sino que se pueda valorar cuál es la más indicada para cada caso», declara Nuria. Ella piensa que con “adecuada” se refiere a la mejor opción para cada persona y sus aspiraciones.

Una diferencia de «miles de euros»

«Si quiero una prótesis que esté por encima, la puedo tener, pero pagando la diferencia. Y estamos hablando de miles de euros, hasta el punto de que puede llegar a costar 30.000″, señala.

Uno de los grandes fallos de la Sanidad española se encuentra en que son los propios damnificados los que tienen que sacar el dinero de su bolsillo para pagarse dichas prótesis, ya que la subvención de la Administración puede llegar a retrasarse años. Un problema de fondo conocido por la Sanidad, por ello, esta Asociación de Aragón pretende darle difusión a este grave problema.

“Somos un colectivo que pasa muy desapercibido porque no somos excesivamente numerosos. Además, muchas veces, de alguna manera, vamos camuflados por las mangas largas, los pantalones o cojeando, y en realidad esa persona está amputada», relata Rivas.

Nuria Rivas, fue diagnosticada en el año 2000 de osteosarcoma, un cáncer de huesos que afecto a una de sus piernas. En principio, los médicos lograron salvar su pierna, pero en una segunda operación su vida cambiaría para siempre.

Durante seis años luchó contra la infección, hasta el momento en el que llegó una decisión drástica para Nuria. Según relata la presidenta, su pierna se había convertido en un lastre, no le permitía hacer una vida normal y se encontraba ingresada “cada dos por tres”. Por ello, eligió la amputación como la mejor opción para continuar con un buen nivel de vida. «Yo siempre digo que fui afortunada porque pude elaborar el duelo antes. Verlo como la mejor solución fue mi mejor regalo».

Todas las situaciones no son iguales

Nuria explica que no todas las situaciones son iguales, ya que por ejemplo, no es lo mismo que un compañero haya sufrido un accidente de tráfico y “pasan de estar bien a que les falte una extremidad”.

Además, de las enfermedades comunes, la asociación acoge a todo tipo de personas amputadas, así como personas con agnesias, es decir, con malformación en alguna de sus enfermedades. «Dentro de que es muy duro, cuando pasas algo así, lo que te imaginas a veces es un poco más oscuro de lo que luego realmente es», relata la presidenta de ADAMPI.

Una amputación que a Nuria le cambió la vida, haciéndole renunciar a muchas cosas, pero que a cambio encontró otras vivencias que si le han dado esa felicidad que no había podido encontrar antes. “No es ni mejor ni peor, es simplemente diferente”, comenta.

La asociación ya se encuentra sumergida en nuevos proyectos. Ahora mismo, se encuentra en proceso de desarrollo unas gafas de realidad virtual, de la mano de la Fundación San Valero y la Universidad San Jorge, con el objetivo de paliar el dolor fantasma del miembro amputado.

«Es una técnica en la que de alguna manera engañas al cerebro haciéndole ver que está la extremidad y con la que se ha demostrado que se puede reducir bastante este dolor fantasma». Mientras tanto, desde dentro de la asociación ya se encuentra trabajando en su labor de apoyo y formación para demostrar que una vida después de una amputación es posible.

Salir de la versión móvil