Hay personas para las que las monedas se han convertido en un auténtico tesoro. De un lado están los coleccionistas, a quienes la historia, diseño y procedencia de estas piezas les fascina, y por otro, aquellos que han descubierto que pueden ganar dinero vendiendo algunos ejemplares que tienen es su poder.
Dos caras de una misma moneda que convergen en el interés mutuo aunque con distinto objetivo. Y es que la pasión por el coleccionismo de monedas ha alcanzado su auge con la llegada de internet. Pues este fenómeno ha provocado la globalización de una afición que para muchos se ha convertido en negocio.
Y es que los amantes de la numismática no dejan de perseguir una pieza hasta conseguirla si en ella ven algo especial. Pero, ¿Qué debe tener una moneda para ser especial? por norma general, las monedas antiguas, que conmemoran un hito histórico o que tienen un error de acuñación, son valiosas. ¿Por qué? Porque suelen ser exclusivas.
En España además, tenemos la gran suerte de que hasta hace poco más de veinte años, nuestra moneda en curso legal era la peseta. No sabemos si eso era una suerte en sí, lo que sabemos hoy en día, es que se ha convertido en una de las monedas más codiciadas a nivel mundial, y eso beneficia a los que aún guardan algún ejemplar en casa. ¿Es tu caso?
MONEDAS CON LAS QUE GANAR HASTA 45.000 EUROS
Según el Banco de España, se han quedado sin cambiar en nuestro país el equivalente en pesetas de 1.575 millones de euros. Esto significa, que es muy probable que cada español tenga varias de estas monedas en casa. Lo que no es tan seguro, es que se quedaran con motivos empresariales. Pues en la mayoría de los casos, esto es fruto de la dejadez, el olvido o de querer conservar una divisa que nos ha acompañado durante toda nuestra vida.
En el fascinante mundo de la numismática, hay piezas que alcanzan cifras astronómicas en el mercado. Una de ellas es la moneda de 5 pesetas de 1869, por la que coleccionistas han llegado a desembolsar hasta 45.000 euros. Pero, ¿qué hace a esta moneda tan especial? La respuesta radica en su exclusividad: nunca se puso en circulación. A lo largo de los años, han surgido reacuñaciones que, aunque imitan a la perfección el diseño original, no poseen el mismo valor que la auténtica.
EL LEGADO DE LAS 5 PESETAS
Para quienes superan los 30 años, las pesetas evocan recuerdos de transacciones diarias antes de la llegada del euro. Estas monedas, de variados tamaños y materiales, eran el medio de cambio habitual. Y es probable que muchos recuerden cómo, en el lenguaje popular, a ciertas monedas se les dejó de llamar «pesetas» para referirse a ellas como «duros».
El término «duro» se refería a una moneda de cinco pesetas. Así, teníamos las monedas de 25 pesetas, conocidas como 5 duros; las de 50 pesetas o 10 duros; y las de 100 pesetas, equivalentes a 20 duros. Esta denominación popular surgió tras una renovación monetaria, donde la moneda de 5 pesetas se asoció con el término «peso duro» debido a su similitud.
Hoy en día, estas monedas son auténticos tesoros para los aficionados a la numismática. Fabricadas con materiales de la época y con diseños que reflejan momentos históricos, algunos ejemplares han alcanzado precios exorbitantes en el mercado.