Cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, un trastorno presente a nivel mundial. De hecho, muchos expertos consideran esta enfermedad relacionada con la azúcar, la glucosa y la glucemia como la pandemia del siglo XXI. En este artículo vamos a tratar como la diabetes ciega al sistema inmune.
El número de personas con diabetes aumentó de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014. La prevalencia de esta enfermedad ha aumentado más rápidamente en los países de ingresos medianos y bajos que en los de rentas altas.
Investigadores de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, aseguran que los niveles elevados de glucosa pueden formar en los enfermos de diabetes una especie de capa de azúcar que «ciega» su sistema inmune.
De esta forma, bloquea el sistema inmunológico a la hora de detectar y combatir infecciones, según un artículo que publican en la revista ‘Immunobiology’.
Las personas con diabetes, más propensas a infecciones
Los pacientes con diabetes suelen ser más propensos a padecer infecciones, tanto bacterianas y fúngicas como de tipo vírico. Eso sí, todavía no se había identificado la causa de esta mayor vulnerabilidad. De hecho, las personas con diabetes era uno de los grupos vulnerables ante el Covid-19.
Sin embargo, un equipo de científicos dirigidos por el profesor Daniel Mitchell ha descubierto en qué medida afecta la glucosa al sistema inmune.
Según explican, las bacterias y hongos infecciosos presentan en su superficie dos tipos de azúcar, la manosa y la fucosa, que son utilizados como diana por unos receptores especializados del sistema inmune para detectar la presencia de estos microorganismos y actuar contra ellos.
Sin embargo, este mecanismo de detección queda bloqueado cuando los niveles de glucosa son demasiado elevados, impidiendo por tanto el funcionamiento normal de las defensas del organismo, haciéndolo más vulnerable.
Además, aseguran que esta deficiencia inmune puede provocar también una mayor predisposición a enfermedades inflamatorias crónicas, ya que algunos de estos receptores especializados, como la lectina de unión a la manosa (MBL), está involucrada en el tratamiento y eliminación de las células apoptóticas.
Como reconoce Mitchell, este estudio ofrece «una nueva perspectiva sobre cómo la glucosa puede afectar a la inmunidad y, por tanto, ejerce un impacto negativo sobre la salud».
La diabetes y su evolución
La diabetes sacarina o diabetes mellitus (que aquí denominaremos, para simplificar, «diabetes») es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no secreta suficiente insulina o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce.
La insulina es una hormona que regula la concentración de glucosa en la sangre, es decir, la glucemia. El efecto de la diabetes no controlada es la hiperglucemia (es decir, la glucemia elevada); con el paso del tiempo, daña gravemente muchos órganos y sistemas, sobre todo los nervios y los vasos sanguíneos.
En 2014, un 8,5% de los mayores de 18 años tenían diabetes; mientras que en 2019, esta enfermedad causó de forma directa 1,5 millones de defunciones. Sin embargo, para calcular con más exactitud la mortalidad ocasionada por la diabetes deberían añadirse las defunciones causadas por las enfermedades cardiovasculares, la insuficiencia renal crónica y la tuberculosis que provoca la glucemia superior a la adecuada.
De acuerdo con los datos correspondientes a 2012, año del que se disponen de las estadísticas más recientes, otros 2,2 millones de personas fallecieron como consecuencia de la hiperglucemia.
Entre 2000 y 2016 se registró un incremento del 5% en la mortalidad prematura por diabetes. En los países de ingresos altos, la tasa de mortalidad prematura debida a esta enfermedad descendió entre 2000 y 2010 pero repuntó desde ese año hasta 2016. Si hablamos de los países de ingresos medianos y bajos, dicha tasa se incrementó en ambos periodos.
En cambio, la probabilidad de fallecer por alguna de las cuatro principales enfermedades no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes) entre los 30 y los 70 años se redujo en un 18% en el cómputo mundial entre 2000 y 2016.