No cabe duda que uno de los protagonistas del verano siempre es el aire acondicionado. Durante los meses de julio y agosto, el calor es sofocante en la mayoría de horas del día. Esto hace que el uso de este aparato nos suele salvar de estar pasando un mal rato en nuestra propia casa.
Pese a que pueda parecer un aparato inofensivo para los seres humanos; un estudio ha evidenciado que el uso inadecuado del aire acondicionado provoca un aumento de hasta un 20% de episodios de irritación, inflamación e infección de las vías respiratorias, según alerta el doctor Jordi Roig, neumólogo de Creu Blanca.
Este experto afirma que los cuadros catarrales leves, de laringitis, sinusitis o faringitis, pueden evolucionar hacia procesos víricos de mayor gravedad, como por ejemplo la neumonía. Esto se puede deber a tres principales factores: una temperatura muy baja, un descenso brusco de la temperatura y la presencia de gérmenes en los filtros de los sistemas de climatización.
«Cuando el mantenimiento de los aires acondicionados no es el adecuado se forman cúmulos de agua que pueden originar contaminación por hongos. Las esporas son diseminadas en el aire que respiramos y pueden producir una inflamación del tejido pulmonar denominada alveolitis alérgica extrínseca. En el caso de personas asmáticas, esta situación puede derivar en: crisis asmáticas, tos seca y sensación de falta de aire acompañada de sibilantes audibles o pitidos», añade Roig.
Temperatura ideal entre los 22 y 24 grados
Entre las especificaciones concretas recomendadas por los expertos en neumología, destacan que la temperatura en verano debe mantenerse entre los 22 y 24 grados y los niveles de humedad del aire entre el 35 y el 60 por ciento.
Otra clave para evitar enfermedades respiratorias, es evitar los descensos bruscos de la temperatura ambiental. Debemos intentar que la transición de frío a calor, y viceversa, sea de la forma más gradual posible, intentando evitar que en el interior y en el exterior haya una diferencia de más de 15º C
También se tiene que realizar un adecuado mantenimiento de los aires acondicionados para evitar la proliferación de zonas húmedas estancadas fácilmente colonizables por hongos; así como mantener los filtros limpios y operativos para prevenir diseminaciones de partículas de polvo y gérmenes en el aire que respiramos.
Por último, ante síntomas leves de origen vírico como estornudos, rinorrea y congestión nasal, no tomar antibióticos. Es conveniente no coger frío ni exponerse a cambios bruscos de temperatura. Las personas con enfermedades respiratorias crónicas deben consultar consultar con un médico ante cualquier síntoma o molestia que presenten. Asimismo, deben seguir con su tratamiento habitual.