La vitamina E es un elemento liposoluble que actúa como antioxidante y protege a las células de agentes malignos que invaden nuestro organismo. Es una molécula beneficiosa para el sistema inmunitario, al que fortalece frente a las bacterias y virus.
Destaca la capacidad de esta vitamina para dilatar los vasos sanguíneos o prevenir la creación de coágulos en sangre. Además, varios estudios realizados en Estados Unidos, en el contexto de la pandemia del Coronavirus, han confirmado que la vitamina E tiene efectos favorables para la respiración de las personas.
El déficit de esta vitamina, por su parte, puede generar enfermedades relacionadas con una mala absorción de grasas, así como mala digestión. Además, su carencia también puede inducir a perder sensibilidad muscular en las extremidades, problemas de visión. pérdida de control del movimiento corporal y daños en los nervios. No obstante, la escasez de esta vitamina es poco común en personas que desarrollan un estilo de vida saludable.
En el mismo sentido, una falta severa de vitamina E podría estar relacionado con la fibrosis quística, enfermedad de Crohn y diversas patologías que entrañan problemas respiratorios.
La vitamina E en la alimentación
La principal vía de obtención de vitamina E es la alimentación. Un dieta equilibrada rica en esta vitamina es fundamental para el buen funcionamiento de nuestro organismo y la dosis suficiente diaria que necesita nuestro organismo depende de la edad; tal y como recoge el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.
Etapa de la vida | Cantidad recomendada |
---|---|
Bebés hasta los 6 meses de edad | 4 mg |
Bebés de 7 a 12 meses de edad | 5 mg |
Niños de 1 a 3 años de edad | 6 mg |
Niños de 4 a 8 años de edad | 7 mg |
Niños de 9 a 13 años de edad | 11 mg |
Adolescentes de 14 a 18 años de edad | 15 mg |
Adultos | 15 mg |
Mujeres y adolescentes embarazadas | 15 mg |
Mujeres y adolescentes en período de lactancia | 19 mg |
Podemos encontrar diversos y variados alimentos ricos en vitamina E, que nos aportan esa energía suficiente para protegernos de agentes nocivos del exterior y refuerzan el sistema inmunitario, entre otros muchos beneficios. Estos son los nutrientes más adecuados para la ingesta de esta vitamina:
- Los frutos secos ( avellanas y en especial almendras) y las semillas (como las semillas de girasol) se encuentran entre las mejores fuentes de vitamina E.
- Las hortalizas de hojas verdes, como la espinaca y el brócoli.
- Los fabricantes de alimentos agregan vitamina E a ciertos cereales para el desayuno, jugos de fruta, margarinas y productos para untar, entre otros alimentos.
Sin embargo, el producto idóneo como contenedor de vitamina E son los aceites vegetales, como el aceite de germen de trigo, aceite girasol, aceite de soja o aceite de oliva. Digamos que estos diferentes tipos de aceite son una ‘bomba’ energética de vitamina E para nuestro organismo.
Cada 100 gramos de aceite de germen de trigo contiene 150 miligramos; el aceite de soja 8 miligramos; aceite de oliva y el aceite girasol 26 miligramos por cada 100 gramos. Pero también existen otros alimentos ricos en esta vitamina: Almendras (26mg), Avellanas (15mg), Espinacas hervidas (2mg), Aguacate (2 mg), Brócoli hervido (1,5 mg) y Kiwi (1,5 mg).
Cocinar los alimentos no la destruye
La vitamina E es una molécula resistente al frío y al calor. Por lo tanto, congelar los alimentos o cocinarlos al fuego no eliminará esta vitamina del producto en cuestión. Incluso, ciertos alimentos sometidos a cocción podrían aportar un suplemento de vitamina E.
No obstante, no todos los métodos de cocción son iguales. Algunos especialistas señalan que la vitamina E, al ser liposoluble, puede ‘eliminarse’ de los alimentos si los cocinamos sumergidos en aceite. Es decir, es más adecuado optar por cocinar a la plancha o al vapor antes que usar frituras.