Todo comenzó de madrugada en los pasillos de un hospital. A media noche, Ana Raya decidió escaparse de su habitación, donde permanecía ingresada, debido a que era incapaz de dormir y sentía la necesidad de «encontrar mi propósito«. A los nueve años de edad ya fue diagnosticada de artritis juvenil, lo que le condujo a una discapacidad física y orgánica «que me obligó a reinventarme demasiadas veces».
En esa inmersión por los larguísimos corredores del hospital, esta granadina comenzó a «grabar un diario improvisado» sobre sus experiencias de vida, lo que le hizo sentir «la llamada». Desde ese momento cayó en la cuenta de que «tenía que compartir todo lo que había aprendido en estos años» para que esta historia le fuese de utilidad a otra persona que estuviera pasando por una situación similar, relata la propia influenciar, aquejada de una discapacidad desde que era una niña.
Así es como surge ‘Rayada Life’, un proyecto de marca personal destinado a visibilizar «lo que significa vivir con artritis, discapacidad y todos los tipos de barreras que existen, aunque muchos piensen que exageramos», explica en sus redes sociales la propia Ana. Desde la creación de este canal en el año 2016, Raya se dedica a divulgar la accesibilidad universal, el turismo accesible y «tips sobre una coja exploradora», como se define. Trata de desmontar prejuicios, con humor y realidad, para «usarlos de inspiración».
Las «gafas» de la accesibilidad
Las personas con discapacidad «no somos una fecha en el calendario para celebrar», sino que hay que «visibilizar, reivindicar y seguir abriendo camino», expone Ana Raya en una publicación de sus redes sociales. Ella, por su parte, intenta sensibilizar sobre esta materia, alegando también una accesibilidad universal y una inclusión real y efectiva en la sociedad, con más aplicaciones prácticas y menos teoría.
Para lograr este objetivo, Ana quiere colocar las «gafas de la accesibilidad» a todo el conjunto de la sociedad para intentar hacerle caer en la cuenta de que «es un derecho beneficioso para todas las personas, tengan o no una discapacidad«. Por tanto, esta creadora de contenido, divulgadora y educadora sobre inclusión pretende poner en evidencia que la aplicación de medidas que fomenten la accesibilidad es un bien común, no un capricho de un colectivo formado por casi cinco millones de personas en España.
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Del mismo modo, la línea de trabajo de Ana Raya también va en consonancia con mostrar cómo es «la realidad de las personas con discapacidad, enseñar las barreras físicas y actitudinales que nos vamos encontrando en el camino». Sólo de esta manera, mostrándose ante el mundo, se podrá desmontar cualquier teoría y predicar con el ejemplo sobre como «rompemos estereotipos«. Este es su propósito de vida y, desde luego, con personalidades como la suya, la sociedad estará unos cuantos pasos más cerca de ser inclusiva y sensible con la comunidad de la discapacidad.
Una «coja exploradora»
Ana Raya pertenece al colectivo de la discapacidad desde los nueve años de edad, cuando fue diagnosticada de artritis juvenil. Desde entonces, y tras darle luz al proyecto de ‘Rayada Life‘, ha orientado su vida al fomento de medidas inclusivas, accesibles y divulgadoras sobre la propia discapacidad. Ella es su propia ‘modelo’ para «compartir experiencias como ‘coja exploradora'» y enseñar nuevas recomendaciones sobre turismo accesible, inclusivo, que es para todas las personas.
Dentro de esta categoría, Raya también explica qué lugares o alojamientos a los que acude y visita son más o menos accesibles para las personas con discapacidad, generando un contenido apropiado para este colectivo, aunque reivindicando, del mismo modo, una accesibilidad universal, que incluye a todas las personas, indistintamente de su condición. Baños adaptados, presencia o no de rampas o de alguna otra barrera física o actitudinal son los temas de interés de estas publicaciones. Lo mismo para todos los medios de transporte.
Por tanto, el proyecto de vida de Ana Raya está muy bien definido, destinado a defender y reivindicar los derechos de las personas con discapacidad y a mostrar cuál es su realidad en una sociedad que, todavía, no está preparada para ser inclusiva con esta discapacidad, viviendo de espaldas a una evidencia y que no se debe permitir el lujo de prescindir de su conocimiento.
