El 9 de diciembre de 2024, Nacho Heinze, sobrino del exfutbolista Gabriel Heinze, se disponía a emprender un viaje desde Córdoba a Mendoza, en Argentina. Durante ese trayecto, la vida le cambiaría para siempre como consecuencia de un grave accidente de tráfico en el que su coche se llevó la peor parte y él, por ende, también. Con apenas 29 años ye recibió uno de los peores diagnósticos que cualquier persona podría escuchar: le tenían que amputar la pierna izquierda para salvarle la vida. No había otra salida. Desde aquel preciso impacto, este profesor de Educación Física iba a tener que aprender «una nueva forma de caminar en la vida«, como él mismo destaca.
La vida «hecha» que Heinze tenía voló por los aires en cuestión de segundos. Relata que aquel siniestro fue «mucho más heavy» de lo que se puede imaginar con tan sólo mirarle la ausencia de su pierna izquierda, por lo que, en cierta manera, se siente agradecido «con el de arriba» por haberle mantenido con vida, algo que no estaba tan claro tras el accidente de tráfico. Ahora, un año después de sufrir esta importante lesión, la recuperación va por buen camino y hace uso de una prótesis que simula la función de su extremidad y le permite vivir con cierta calidad de vida; del mismo modo, el joven Nacho vive en un continuo aprendizaje sobre cómo adaptarse a una nueva forma de moverse, sentir y relacionarse con el mundo y con la discapacidad.
Vivir con una pierna y no sin una
La filosofía de vida de Nacho Heinze ha cambiado radicalmente en este año de ‘nueva’ vida que el destino quiso regalarle aquel 9 de diciembre de 2024 cuando colisionó brutalmente su vehículo en un trayecto desde Córdoba hasta Mendoza, en Argentina. El choque se produjo un lunes y este joven recuerda que se despertó «el domingo siguiente», por lo que no tiene ningún recuerdo ni ninguna conciencia del momento de su amputación de la pierna izquierda. También sufrió una importante fractura de la pelvis «a libro abierto, que es cuando se abre por la mitad2, explica el joven, aunque la peor parte fue «lo de la pierna porque repercutía en la arteria femoral, era amputar para que este pibe levante porque se estaba muriendo», detalla en una entrevista en los estudios de Radio 2, en Podría ser peor.
365 después, Heinze hace especial mención a todos los «milagros» que han sucedido para que él siga con vida, disfrutando de los pequeños placeres, de su vuelta al trabajo y de su familia, que ha sido un pilar imprescindible durante todo este periodo de adaptación: «No solo son sucesos inexplicables, también son personas que fueron y siguen apareciendo en mi vida«, indica. A lo largo de su experiencia, Nacho ha tratado de ser «ese hermano, ese hijo, ese primo o ese profe» que siempre intenta hacer de la vida de los demás un espacio un poco mejor en el mundo; al menos, más divertido. Reconoce que no ha sido tarea fácil porque «te miras en el espejo y te das cuenta que quieres hacer algo y no puedes«, pero ese sentimiento no le ha vencido, sino que ha aprendido a lidiar con él y saber que la vida no tiene más explicación, sino que se trata de aceptar y coger carrerilla para volver a mirarla de frente.
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Por tanto, esta delicada tesitura del joven argentino le ha llevado a extraer una nítida conclusión sobre su estado: saber «vivir con una pierna y no sin una«; es decir, valorar que puede seguir contando su historia y no arrepentirse de aquel trágico suceso, aunque «a veces se necesita una lloradita y a seguir«, admite. En cualquier escenario, Heinze sabe valorar el tesoro que es la vida y recordar que estuvo a punto de perderla. Por tanto, como él mismo indica, «el destino sabrá por qué pasan las cosas«, sin dar más vueltas de las que tiene y agradecido por tantas muestras de cariño.
«Nuevo» en la discapacidad
El sentido del humor es una característica que el propio Nacho Heinze ha sabido integrar en su nueva forma de vivir: «Explícame todo del principio porque es la primera vez que me falta una pierna«, le trasladó al médico en una de sus visitas tras el accidente. Él mismo cuenta que «tengo mucho humor y eso libera a la otra persona para que no esté rígida al momento de preguntarme lo que me pasó«. Tal vez sería la forma que encontró para atravesar la situación de tener que aprender a moverse y a realizar prácticamente todas sus actividades diarias. De nuevo. Retomará el trabajo en la medida de lo posible y enseñará a los chicos cómo se practica deporte con una prótesis puesta en su pierna izquierda, aunque también atraviesa momentos hirientes que le hacen reflexionar sobre el ‘Nacho de antes’ y la vida que tenía: «Lo mío ahora es no tener dolor, porque sigo con muchos dolores, quiero despertarme, andar todo el día y no tenerlo«.

«Ahora pienso en dar pasitos cortos, no puedo otra cosa«. Ese es el objetivo prioritario de Heinze tras su lesión, que se extiende a una pequeña metáfora de la vida: caminar, lento, pero siempre hacia delante y en busca de un objetivo, que en su caso es volver a ser una persona independiente y, especialmente feliz. De esta manera, se siente «nuevo» en el mundo de la discapacidad, por lo que su perfil más humano le impide sentirse «una persona muy capacitada para hablar de esto», afirmando que se tiene que formar, recibir asesoramiento y coger fuerzas para poder inspirar a otras personas: «Veo mucha gente amputada en mi vida diaria y por ahí se acercan, nos ponemos a charlar». Un camino largo y difícil, pero lleno de esperanza y de vida.
