Vitaminas en niveles óptimos es sinónimo de buena salud para el organismo. En esta ocasión toca hablar de las grandes propiedad de la vitamina E para el ser humano, gracias en gran parte a su carácter antioxidante y la buena situación que genera su interacción con otras vitaminas.
Uno de sus grandes beneficios es la capacidad de proteger a las células de los daños que acostumbran a provocar los ‘radicales libres’. Es favorable para el buen funcionamiento del sistema inmunitario frente al combate de virus y bacterias.
Por otra parte, también contiene elementos positivos para la correcta actividad de los vasos sanguíneos que trasladan la sangre, oxígeno y dióxido de carbono hacia todos los rincones de nuestro cuerpo. Además también está demostrada su efectividad para el cuidado cerebral frente al paso de los años.
Vitamina E, una fuente de beneficios
La importancia de la vitamina E para el ser humano está sumamente contrastada. Es un micronutriente indispensable por su protección ante los radicales libres que causan daños importantes en células, tejidos y órganos. Podríamos definir popularmente a la vitamina E como una vitamina ‘guerrera’ capaz de ayudar al organismo en la lucha contra a agentes externos. Así, encontramos cinco beneficios principales:
1. Interviene beneficiosamente en la absorción del cuerpo de la vitamina K
2. Participa en la producción de glóbulos rojos
3. Impulsa la dilatación de vasos sanguíneos
4. Evita la coagulación de sangre dentro de las venas
5. Protege e interactúa con las células
Todas ellas son actividades esenciales para el correcto funcionamiento del organismo y así evitar enfermedades de diversa índole que podrían desarrollarse precisamente por la carencia continuada de esta vitamina.
En este sentido, la deficiencia de este micronutriente trae consigo problemas de salud. Puede derivar en un incorrecta absorción de grasas por parte del estómago, pérdida de sensibilidad muscular, daños de visión, problemas en el sistema nervioso; o incluso aparición de enfermedades graves como la fibrosis quística o la conocida como enfermedad de Crohn.
Alimentación
Para evitar todos estos inconvenientes y presentar unos niveles óptimos de vitamina E, es necesario contar con una buena alimentación, donde no falten vitaminas y minerales requeridos por el metabolismo. Así, entre los alimentos más apropiados encontramos:
- Frutos secos ( avellanas y en especial almendras) y semillas (como las semillas de girasol)
- Hortalizas de hojas verdes, como la espinaca y el brócoli.
- Los fabricantes de alimentos agregan esta vitamina a ciertos cereales para el desayuno, jugos de fruta, margarinas y productos para untar, entre otros alimentos.
Relación con la vitamina K
Entre los grandes beneficios de la vitamina E hemos podido comprobar su interacción para la correcta absorción de la vitamina K. Este hecho supone una conexión de vital importancia, dada las cualidades de esta otra vitamina, que repercuten directamente en la salud.
La vitamina K es elemental para la buena salud de los huesos y la coagulación de la sangre. Contar con niveles adecuados de esta vitamina previene la aparición de enfermedades óseas como la osteoporosis, manifestada por le fragilidad y debilidad de los huesos.
La vitamina K nos acompaña desde nuestro nacimiento. Y es que la inmensa mayoría de bebés reciben una inyección de este micronutriente al nacer, para evitar problemas de sangrado en zonas peligrosas como el cerebro y los órganos.
Esta inyección se produce porque la placenta que una a la madre con el feto no tiene la capacidad de trasladar esta molécula. Así, por norma general, los neonatos presentan niveles escasos de esta molécula y su ausencia podría tener consecuencias fatales.